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El Ayuntamiento de Sestao y una empresa de Azpeitia, unidas para recordar a los Altos Hornos

Landeta Burdin Lanak trabaja en la restauración de una locomotora de los Altos Hornos de Vizcaya

30 enero, 2022 05:00

Los Altos Hornos de Vizcaya llegaron a ser durante el siglo XX la empresa más importante de España. Con hasta 14.000 empleados en su época de máximo apogeo, la siderúrgica fue la principal fuente de empleo para la margen izquierda del Gran Bilbao durante décadas. Aupada en su andadura por las necesidades bélicas de los dos conflictos mundiales, la Guerra Civil y posteriormente por las políticas autárquicas del franquismo, esta compañía fue el máximo exponente del desastre económico que supuso la reconversión industrial de los años 80 hasta su cierre en 1996.

26 años después, los testimonios de la importante actividad industrial están repartidos en buena medida por las propias ciudades de la margen izquierda: Sestao, Barakaldo, Portugalete, Santurtzi... todas ellas guardan espacios dedicados a la memoria industrial del Gran Bilbao del siglo XX. Entre sus piezas dedicadas a la memoria son varias las locomotoras dispersas por estas ciudades. La importancia de los Altos Hornos de Vizcaya y su alto volumen de negocio hizo que la empresa comenzase a fabricar sus propias locomotoras para transportar la producción de la macroempresa metalúrgica.

Todo comenzó con la compra de una locomotora alemana junto a la que la empresa decidió comprar los derechos para fabricarlas en los propios altos hornos. Al fin y al cabo, aquellos armatostes eran un amasijo metálico y si sabían hacer algo bien eran armar piezas metálicas. Sin embargo, a su cierre, apenas se conservaban unas treinta: veinte de ellas permanecen en el entorno de la siderúrgica y la leyenda cuenta que otras diez se marcharon a un local de alterne llamado 'La Estación', cuyo dueño quiso usar estas máquinas para reforzar la temática de su club.

Entre las locomotoras que se quedaron aquí está la AHV-61, la sexuagésimoprimera fabricada por los Altos Hornos de Vizcaya. Al cierre de la siderúrgica, este antiguo propulsor ferroviario se quedó expuesto en Sestao. Concretamente, en la campa del Carmen, en la zona de la punta. El tiempo, con el salitre, la lluvia y el viento, han ido deteriorando el estado de esta locomotora, a la que tampoco ha ayudado los distintos actos vandálicos que ha sufrido. Ahora el Ayuntamiento de Sestao ha decidido restaurar esta máquina en un taller de Azpeitia, donde los trabajos estarán supervisados por el Museo Vasco del Ferrocarril.

Los artesanos del ferrocarril

La empresa encargada de reparar esta máquina es Landeta Burdin Lanak. Su gerente, Beñat Arrizabalaga, atiende a esta redacción apenas unos días después de haber restaurado otra locomotora similar de Santurtzi. La colaboración de esta empresa, centrada en la caldedería, la siderurgia y las estructuras metálicas, con la muestra ferroviaria vasca se remonta unos quince años atrás. "Entonces teníamos la empresa al lado, a menos de un kilómetro del museo, y muchas veces nos venían a pedir alguna pieza, algún pequeño arreglo"... y desde entonces son socios en proyectos como el que ahora afronta la AHV-61.

Aunque para Arrizabalaga, ninguno como la restrauración de la histórica lomotora 'Aurrera'. "Aquella no requería de una restauración estética como esta de Sestao; había que hacerla operativa de nuevo, y eso implicó meterse en las 'tripas' de la locomotora para que volviese a circular". Ahora es una de las máquinas con la que se hacen recorridos durante las visitas al Museo Vasco del Ferrocarril.

 

La reparación de esta AHV-61 será "un lavado de cara" que correrá a cargo de esta empresa, que llevará unos dos meses hasta que esté lista y que va a costar unos 45.000 euros, de los que se hace cargo el Gobierno vasco. La locomotora estuvo funcionando hasta los años 70 en los Altos Hornos de Vizcaya y llevaba expuesta desde 1984. Una vez esté restaurada, el Ayuntamiento de Sestao volverá a dejar expuesto este testimonio privilegiado de una industria que se fue para no volver pero que dejó una impronta social muy profunda en la margen izquierda de la ría. Lo hará en el parque que se está creando en los terrenos aledaños al Alto Horno para mantener, proteger y transmitir a los jóvenes el patrimonio industrial del Gran Bilbao.