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El comité de Nervacero pide que el rescate facilite inversiones que alivien el ahogo energético

Empresa y sindicatos retoman la negociación del convenio en un contexto marcado por la llegada de la ayuda de la Sepi y los altos precios del gas

28 junio, 2022 05:00

La millonada de dinero público a Celsa permite coger aire a la principal fábrica vasca del grupo, Nervacero, pero el comité pide dar un paso más y que el rescate por parte de la Sepi contribuya a trazar un plan a largo plazo. De cara a la negociación del convenio la parte social ha trasladado a la dirección de la firma catalana una urgencia: hay que adelgazar el gasto energético del tren de laminación. Y se confía en que la inyección de 550 millones, más allá de enderezar la situación financiera del grupo, sirva también para blindar la competitividad de las plantas más perjudicadas por la subida de la energía.

La plantilla ha mostrado en todo momento su respaldo a la dirección del grupo catalán en su disputa con los fondos de inversión, a los que ha tachado de "especuladores". UGT y CCOO, con 9 delegados de 13 en Trapagaran (el resto de asientos se los reparten ELA, LAB y el independiente Leku), han sumado fuerzas con la familia Rubiralta a nivel nacional en su pugna con los acreedores, pero una vez termine la batalla por asegurar el rescate de la Sepi cada parte vuelve a mirar por sus intereses. Tras el parón provocado por la incertidumbre en torno al rescate, esta semana dirección y comité vuelven a verse las caras para hablar del convenio de la acería vizcaina, un proceso que presenta múltiples aristas.

La primera es, como en toda mesa laboral este año, encontrar una salida a la elevada inflación. La parte social reclama vincular salarios a IPC, pero la realidad es que las empresas se están cerrando en banda este año a firmar ese compromiso. Es la misma encrucijada en la que están competidores como Arcelor Mittal o el propio sector del Metal en Álava y en Bizkaia. Pero en el caso de Nervacero además hay flecos pendientes en materia salarial. En los acuerdos de 2012, cuando se pactó la salida de cerca de medio centenar de trabajadores, se introdujeron unos porcentajes en variables con el compromiso de ir devolviéndolos a la nómina fija progresivamente. Aun queda falta por consolidar un 8,8% del salario y, además, hay pendientes atrasos del pasado ejercicio.

Movilización de trabajadores de Nervacero, del grupo Celsa, en Bilbao / CV

Movilización de trabajadores de Nervacero, del grupo Celsa, en Bilbao / CV

Todo ello instala un escenario complejo para la negociación al que, además, se suma la incertidumbre que siempre sobrevuela la factoría a cuenta de los abultados costes energéticos. La aprobación del rescate este lunes por parte del Gobierno español es un espaldarazo para la actividad industrial de la siderúrgica catalana, que tiene vía libre por parte del Ejecutivo de Sánchez y de Bruselas para recibir 550 millones de euros siempre que acuerde cómo distribuir ese dinero entre los acreedores para poder amortizar una parte de su deuda, de 2.800 millones.

En el centro de Trapagaran, dedicado a la producción de barra corrugada y barra lisa, se entiende que el rescate es una buena noticia para el mantenimiento de la actividad y los puestos de trabajo, y que genera un marco favorable también para lograr mejorar las condiciones laborales en el próximo convenio. Pero sobre todo preocupa que esa hoja de ruta a nivel financiero deje algo de espacio para acometer nuevas inversiones en las plantas más golpeadas por la crisis energética, y así se ha trasladado a la parte empresarial.

Un operario en una de las plantas de Celsa Group / CV

Un operario en una de las plantas de Celsa Group / CV

Ayudas al consumo de gas

En ese sentido, Nervacero es una de las primeras factorías vascas en resentirse cuando hay un pico de precios eléctricos debido a su elevado consumo. Celsa es el tercer consumidor de energía en España y ya antes de la crisis energética actual la electricidad suponía una cuarta parte de los costes operativos del grupo. En el caso de Nervacero, cuenta con un horno eléctrico para fundir la chatarra, que sí ha sido renovado hace unos años, y un horno para calentar la palanquilla antes de entrar al tren de laminación que funciona con gas. "El precio del gas nos está penalizando mucho", señala José Antonio Cavia, presidente del comité por UGT, que da prioridad a invertir en modernizar la instalación para ahorrar gas y así asegurar los márgenes positivos a largo plazo. "Las inversiones productivas te dan proyección y son las que aseguran el proyecto", remarca.

El Gobierno español ha aprobado este fin de semana una ampliación de las ayudas a las industrias con elevado consumo de gas afectadas por el pico de precios por la guerra de Ucrania, entrando ahora en el abanico de firmas beneficiarias también las productoras de acero. Esto puede suponer otro pequeño empujón para la factoría vizcaina, si bien la cuantía máxima es de 400.000 euros. No está claro, por otro lado, que Nervacero pueda acogerse a estos incentivos teniendo en cuenta que su horno principal es eléctrico.

Las conversaciones entre empresa y comité continúan esta semana con todos estos ingredientes sobre la mesa, si bien todo apunta a que no se producirá un acercamiento de posturas hasta septiembre, después de la parada programada para el verano. La plantilla además se ha adherido a la huelga convocada en el Metal de Bizkaia, que vive este jueves y viernes la segunda y tercera jornada de paro tras el arranque del conflicto el pasado jueves 23.