He perdido la cuenta de cuantos años hace ya que empezamos a especular con la idea de no cambiar la hora cada invierno. Se han dado mil y una teorías acerca de si el ahorro energético es tal como para liarnos una vez más con si la hora se adelanta o se atrasa. El próximo domingo 30 de octubre, de nuevo andaremos mareando la perdiz con preguntas ya clásicas: entonces ¿a las tres son las dos o a las dos son las tres? ¿Se atrasa o se adelanta el reloj? ¿Tendremos más luz por la mañana o por la noche? Lo dicho, preguntas clásicas ya.

Pues bien, cuando las agujas del reloj marquen las tres de la madrugada se tendrán que retrasar hasta las dos. A partir del domingo amanecerá y anochecerá más pronto y así hasta la próxima primavera. La modificación horaria se aplica en todos los países de la Unión Europea y el fin último es ajustar la jornada laboral a las horas de luz natural.

Pero ¿no había fijado la Comisión Europea el fin de los cambios de hora para el 2019? Sí, pero después pensaron que el plan era demasiado ambicioso y lo pospusieron a 2021. ¿Entonces? Entonces nada porque tampoco ha sido así. El comité de expertos que debía decidir en cada país sobre si era mejor quedarse con el horario de invierno o con el de verano tampoco se puso de acuerdo; decidieron abrir un proceso de reflexión y ahí andan, reflexionando. Por el momento, el BOE publicó en marzo las fechas del horario de verano hasta 2026.

El gobierno tiene una estrategia de lucha contra este tipo de pobreza que afecta a más de tres millones de hogares, pero la actual situación de precios desbocados ha provocado que ese plan resulte insuficiente. Una vez más están siendo las organizaciones del tercer sector las que están echando una mano a quienes no pueden afrontar el pago de la luz.

Lo cierto es que si atendemos a las consideraciones y los datos que aporta el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, el IDAE, no parece que sea un buen momento para cambiar lo establecido. Estima que el ahorro energético potencial es, solo en España, de un 5%. Eso significa que podemos ahorrar 300 millones de euros repartidos entre el consumo doméstico, la industria y la iluminación de edificios de servicios. Si lo traducimos a lo que ahorra cada consumidor doméstico la cifra que sale es bastante exigua, unos seis euros por hogar. Es una cantidad verdaderamente pequeña que no sabemos si logra contrarrestar el impacto que el cambio horario tiene sobre la salud de las personas, pero no es menos cierto que llega en un momento en el que la escalada del precio de la luz y la situación energética presentan un panorama bastante oscuro.

En esa oscuridad viven en España cada vez más hogares, familias que aún pudiendo disponer de electricidad y otras fuentes de energía no acceden a ella porque no pueden pagarla. Su pregunta cada día es ¿Como o enciendo la luz? ¿Caliento mi casa o voy al supermercado? El gobierno tiene una estrategia de lucha contra este tipo de pobreza que afecta a más de tres millones de hogares, pero la actual situación de precios desbocados ha provocado que ese plan resulte insuficiente. Una vez más están siendo las organizaciones del tercer sector las que están echando una mano a quienes no pueden afrontar el pago de la luz. Lo hacen, sobre todo, ayudándoles a llenar la despensa pero esto también es cada vez más difícil. Otros precios descontrolados, los de los alimentos, hacen que seamos menos generosos que hace un par de años a la hora de donarlos y que las grandes empresas miren más detalladamente lo que sale de sus almacenes. Ya lo avisa el Banco de Alimentos, cada vez acuden más personas y más jóvenes a reclamar ayuda. Toda ayuda viene bien y entre el pago de algunas facturas de unos y la ayuda para alimentos, el hambre es menos pero esa ayuda no llega a todos los hogares.

También es cierto que las instituciones arriman la cartera para facilitar ayudas al pago directo de la factura de la luz, pero hay otras acciones prioritarias que ayudarían mucho. Hace ya años que comenzamos a abordar la urgencia de la transición energética y el fomento de las energías renovables. Producir energía limpia, de kilómetro cero y que llegue a toda la población es una obligación que debemos asumir con la debida protección de nuestra biodiversidad y de nuestros espacios naturales. Nos corresponde generar y hacer un uso eficiente de las energías renovables como manera de cuidar el medio ambiente y reducir nuestra dependencia energética de energías fósiles. Y, por su puesto, para favorecer que nadie caiga en esa pobreza energética que no va a desaparecer simplemente moviendo las manecillas del reloj un par de veces al año.

Mientras tanto, el próximo domingo 30 de octubre, a las 3 serán las 2

En este 2022 la guerra nos ha enseñado que sus efectos también son globales y que puede que no caigamos en combate pero sí que muramos de frío. O de calor. Resolver este asunto es urgente. Las administraciones están en ello, sí, pero la lentitud a la hora de mover la maquinaria y, por ejemplo, dar permiso para que se puedan instalar plantas fotovoltaicas en nuestro entorno hace que los procesos se frenen. Hay que ser más ágiles porque a muchas personas les va la vida en ello.

Mientras tanto, el próximo domingo 30 de octubre, a las 3 serán las 2.