Es normal que haya proyectos que no consigan acceder a los fondos europeos. Si todos lo hiciesen Euskadi dispondría 5.235 millones de euros para sacar adelante todas las ideas innovadores que se han presentado al Gobierno central. Pero hay proyectos y proyectos. No es lo mismo la macropiscifactoría que el Gobierno proyecta en Basordas que la digitalización de las carreteras de Gipuzkoa. Que se caiga algún proyecto de la carrera por el dinero de Bruselas es normal, pero que se caiga un proyecto estratégico es preocupante, porque los tres proyectos que Euskadi remitió por carta a Calviño juegan en otra liga, son prioritarios. Y a uno de ellos, a Basquevolt, se le está empezando a poner la cosa muy complicada.

Battchain, el consorcio de Basquevolt, ha perdido la batalla por atraer a Volkswagen con la Alianza Valenciana de Batería. Los alemanes se van a Sagunto. Acciona trabaja con un fuerte inversor chino en traer un segundo proyecto de baterías para coches a España, pero sería raro que trajesen el proyecto a aquí. Por lo que habrá, salvo sorpresa, dos fábricas de baterías en España. Si no hay fabricante automovilístico a la vista, ¿habrá hueco para una tercera factoría? No es lo que se comenta en los despachos ministeriales, que ven ya a Basquevolt como una plataforma más interesante para el reciclado de las baterías que para su fabricación.

El Gobierno vasco, por el momento, ha decidido adelantar 30,5 millones a la fábrica de baterías. Un gesto que habla de la ambición vasca por que Basquevolt salga adelante. Pero resulta difícil entender que se le dé tanta prioridad a un proyecto que tiene menos esperanzas de supervivencia que el Corredor Vasco del Hidrógeno, del que Joan Groizard habló maravillas esta semana en este diario y que ahora mismo cuenta con casi la misma financiación adelantada por el Ejecutivo: 35 millones.

Vienen unas semanas muy interesantes para las carteras económicas de Lakua. La oposición ya le ha pedido por activa y por pasiva que use los remanentes para paliar las heridas que ha abierto la guerra en las empresas vascas. El Gobierno respondió el viernes con un plan de 200 millones de euros que conoceremos este martes. En los pasillos del Parlamento vasco se rumorea que el PNV, además de usar el dinero para lanzar más ayudas por la guerra y adelantar fondos europeos, también baraja la opción de invertir el superávit financiero en "proyectos rompedores", algo que podría hasta incluir una ampliación de las dotaciones tanto del Instituto Vasco de Finanzas como de Finkatuz, dos instrumentos que podrían resultar claves en proyectos como la entrada en el consorcio de ITP Aero. Veremos qué sale de la caja de Azpiazu, pero no sería este un mal momento para plantearse qué posibilidades tiene Basquevolt de salir adelante si en Madrid ya no se tiene tanta fe en una fábrica vasca de baterías.