En 1971 el Banco de Bilbao lanzaba desde la capital vizcaína la primera tarjeta de crédito, de la mano de una división del Bank of America que con el tiempo se convertiría en Visa. En aquel entonces lo normal era pagar en efectivo y la informatización de las entidades financieras todavía era incipiente. 50 años después las tarjetas circulan por doquier y solo las eclipsa Internet, donde el dinero se está virtualizando y nuevos sistemas de pago amenazan la hegemonía de Visa o MasterCard. Bilbao, sin embargo, ya no es protagonista de nada en este ámbito.

No solo porque el BBVA solo mantiene en la capital vizcaína una sede "territorial", tras quitar hasta el logo de sus antiguas oficinas centrales, sino también porque pocos emprendedores vascos se decantan por el sector financiero. Y los que lo hacen se han ido a otros lares. Proyectos como Indexa Capital, Fintonic, Devengo o Finanbest han sido lanzados desde Madrid por los vizcaínos Unai Ansejo, Sergio Chalbaud, Alberto Molpeceres o Asier Uribeechebarria.

Se trata en todos los casos de empresas 'fintech', acrónimo inglés de "startup tecnológica financiera". Y están fuera de Euskadi porque una parte del talento y, sobre todo, del dinero que hace falta para ponerlas en marcha está en Madrid. Sin embargo, hace 50 años, cuando la Comercial de Deusto generaba los mejores bancarios y los dos grandes bancos vizcaínos los terminaban de formar, Bilbao exportaba a los mejores ejecutivos del sector. José Ignacio Goirigolzarri es probablemente el único recuerdo activo de aquella época.

Hace 50 años, cuando la Comercial de Deusto generaba los mejores bancarios y los dos grandes bancos vizcaínos los terminaban de formar, Bilbao exportaba a los mejores ejecutivos del sector

¿Qué ha ocurrido en medio? Hay factores inevitables, como todos los que han tenido relación con el terrorismo y la huida masiva de personas acaudaladas, muchas de las cuales figuraban entre los grandes accionistas del BBVA. Pero hay otros que sí que no se han cuidado suficientemente. Desde las relaciones políticas que podrían haber evitado, con mucha diplomacia y acuerdos de diversa índole, que Francisco González se llevara a Madrid todo lo que quedaba del banco en Bilbao. Hasta las normas fiscales que han penalizado a los grandes patrimonios, haciendo que los accionistas con residencia en Euskadi hayan ido menguando año tras año.

A falta de tractores, dado que Kutxabank hace más bien lo contrario vendiendo año tras año la riqueza empresarial que había ido acumulando a lo largo de un siglo, solo queda el ingenio de los emprendedores. Dominion ha creado una pequeña filial dedicada a servicios fintech, aprovechando que ya trabajaba para algunos bancos. Su sede está precisamente en el Fintech Open Innovation Lab, una iniciativa de Mondragon Unibertsitatea y las instituciones vizcaínas para "incubar" startups que no parece haber tenido demasiado recorrido.

Euskadi se está convirtiendo en un país de empresas que trabajan para otras empresas y que, por tanto, dependen de ese cliente final

Sea como fuere, Euskadi se está convirtiendo en un país de empresas que trabajan para otras empresas y que, por tanto, dependen de ese cliente final. Son, por tanto, negocios B2B (business 2 business). Por razones que requieren un análisis muy profundo, hoy en día los profesionales vascos somos buenos proveedores pero no tan buenos a la hora de vender al consumidor final. Quizás el futuro no esté ya en lanzar la tarjeta de crédito que terminarán usando todos los usuarios de banca sino en la startup fintech que dará servicio a los que ya se conocen como "neobancos". Eso sí, el dinero se ha marchado de Bilbao.