Si a estas alturas de la película usted todavía no sabe que son los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) o al menos ha oído hablar de la Agenda 2030, es que no está muy al día de la principal estrategia mundial para intentar transformar la forma en que los humanos estamos gestionando el planeta. Son 17 objetivos y 169 metas que desde su aprobación en 2015 suponen una agenda homogénea para todos los actores, tanto públicos como privados, para combatir el cambio climático y todas sus consecuencias sin dejar a nadie atrás, la mejor herramienta para hacer una transición ecológica justa. Los estados, las regiones y, por supuesto, las ciudades están llamadas a incorporar esta Agenda 2030 en todas sus políticas pero también es una estrategia compartida para las empresas y las diferentes entidades. Desde el objetivo nº 1 que es el de “Fin de la pobreza” hasta el 17 que es el de “Alianzas Estratégicas para lograr los objetivos” hay retos que van mucho más allá de un mero enfoque medioambiental o territorial, centrándose en aspectos como la educación, la igualdad de género, el trabajo decente y crecimiento económico o la paz y la justicia. Un planteamiento transversal que por fin llega a las estrategias de nuestras ciudades, de hecho el objetivo nº 11 se centra en ellas: “Ciudades y comunidades sostenibles”.

Las ciudades reúnen a más del 70% de la población mundial, una cifra que en Euskadi se eleva hasta el 98%, por eso su papel es clave a la hora de avanzar en todos estos objetivos fijados por Naciones Unidas. De lo que hagan las ciudades y las personas que habitan en ellas va a depender en gran medida que lleguemos a 2030 con la mayoría de los ODS conseguidos o, al menos, con un cambio de tendencia en el nivel de degradación de nuestro planeta. La ONU es tan consciente de este papel que sólo un año después de presentar la Agenda 2030 lanzó en Quito su Agenda Urbana, con el claro objetivo de desarrollar en los ámbitos de las ciudades estos 17 ODS y situar a las urbes del planeta como impulsoras de un desarrollo sostenible y justo. El mismo año la UE sellaba en el Pacto de Amsterdam, los principios de la Agenda Urbana Europea y en 2019 nace la Agenda Urbana Española y la Agenda Urbana de Euskadi, Bultzatu 2050.

 

Las ciudades reúnen a más del 70% de la población mundial, una cifra que en Euskadi se eleva hasta el 98%, por eso su papel es clave a la hora de avanzar en todos estos objetivos fijados por Naciones Unidas

 

Está claro que documentos de referencia no faltan, pero más allá de las metodologías, lo verdaderamente importante es diseñar un futuro más sostenible y justo para nuestras ciudades, un futuro con un liderazgo compartido público-privado que permita pasar el tamiz de los ODS a las actuales políticas municipales y, sobre todo, planificar las futuras bajo este prisma diferente que deja atrás elementos como los combustibles fósiles, el uso indiscriminado de suelo, la desigualdad social o la falta de transparencia en la gobernanza, entre otros. Por lo tanto, estamos hablando de mucho más que cambio climático, hablamos también de una nueva economía y un nuevo modelo social para nuestras ciudades.

Si su lectura ha llegado hasta este punto del artículo, algunos de ustedes podrán pensar que la Agenda Urbana 2030 no deja de ser un planteamiento estratégico más que poco tiene que ver con las necesidades reales de la ciudadanía o las empresas. En mi opinión, esto no es así. Pueden y deben convertirse en la herramienta fundamental para construir el futuro de ciudades más innovadoras, inclusivas, saludables y competitivas. Pueden y deben ser tan importantes como los famosos PGOU (Plan General de Ordenación Urbana), de hecho, estos últimos deberían desarrollarse teniendo en cuenta los principios de estas Agendas Urbanas 2030. Diseñar una ciudad va mucho más allá de planificar calles, barrios, áreas industriales o polos de innovación. Es también transformar su tejido económico, hacerla más competitiva, generar más oportunidades de trabajo que ayuden a disminuir las bolsas de pobreza, impulsar la cultura y mejorar la educación, realizar políticas de igualdad de género, detener la pérdida de biodiversidad, conseguir una movilidad sostenible o impulsar alianzas multisectoriales. Una ciudad que diseñe su futuro teniendo en cuenta los ODS va a ser una ciudad referente, más justa y solidaria, es más, va a ser una ciudad con políticas y planes más integrados porque, por ejemplo, no se puede pensar en personas mayores si abordar temas, como su salud, movilidad, integración, etc.

 

Estamos hablando de mucho más que cambio climático, hablamos también de una nueva economía y un nuevo modelo social para nuestras ciudades

 

Ayer mismo comenzaba este proceso Vitoria-Gasteiz, la primera de las tres capitales vascas que se suma a esta Agenda Urbana 2030, justo cuando se cumplen 10 años de su nombramiento como Capital Verde de Europa, la única ciudad española que lo ha conseguido hasta al momento. Impulsar el desarrollo sostenible de nuestras áreas urbanas, y cuando hablo de este término incluyo también a las zonas naturales y agrícolas de muchos de nuestros municipios, pasa necesariamente por esta reflexión, sobre todo si queremos tener una agenda homogénea a la internacional desarrollada por la ONU y que ya están implementado estados, regiones, otras instituciones, asociaciones y empresas. 

 

Seamos valientes, rompamos muros estancos en los propios municipios y hagamos políticas más transversales que redunden en beneficio de las personas

 

Precisamente, las empresas son parte fundamental de este proceso, no sólo porque juegan un papel esencial en la generación de riqueza y oportunidades de empleo, sino también porque en su know how están muchas posibles soluciones a los nuevos retos que se trasladan desde las 169 metas de los ODS. Una vez más veamos este cambio como una oportunidad, no como una carga. Seamos valientes, rompamos muros estancos en los propios municipios y hagamos políticas más transversales que redunden en beneficio de las personas. Me van a permitir que recuerde el slogan con el que la capital vasca ganó la European Green Capital para demandar ciudades no sólo verdes por fuera, queremos también ciudades verdes por dentro. Y el nuevo verde tiene la tonalidad multicolor del círculo de los ODS, si ese que vemos en la solapa de algunos políticos, ojala que lo lleven también en su cerebro y en su corazón.