El pasado martes fue un día negro para la economía vasca, negro no, muy negro. En menos de 24 horas nos asestaban dos tortazos en la línea de flotación, que nos removían por dentro y por fuera.

Nos desayunábamos conociendo que el proyecto del hidrógeno, en concreto la fábrica de electrolizadores en la que inicialmente iban a participar  Iberdrola e Ingeteam, y en la que se iban a invertir 50 millones de euros para generar 350 empleos, pasaba de largo en Euskadi para asentarte en Guadalajara. Por si este jarro de agua fría nos parecía poco, llegó el siguiente, el grupo industrial Cristian Lay desistía de reabrir Corrugados Azpeitia, otro tortazo de realidad.

Desde esta tribuna llevamos tiempo denunciando que a pesar de que nos creemos los más altos, guapos y listos, Euskadi lleva mucho tiempo perdiendo atractivo como territorio en el que hacer inversiones, y eso se debe a distintas causas. El ejemplo del hidrógeno y el de Azpeitia son muestras claras de esta pérdida de brillo de nuestra comunidad autónoma para los proyectos empresariales.

El pasado martes fue un día negro para la economía vasca, negro no, muy negro. En menos de 24 horas nos asestaban dos tortazos en la línea de flotación, que nos removían por dentro y por fuera.

Los motivos de que se hayan volatilizado dos grandes proyectos que conjuntamente superaban los 1.000 puestos de trabajo no son los mismos, y merece la pena analizarlos.

La planta de electrolizadores se va a Guadalajara por algo tan sencillo y tan obvio como que la Junta de Castilla- La Mancha ofrece más ayudas que nosotros para los proyectos empresariales, y oiga que quiere que le diga, cuando uno va a hacer una inversión de 50 millones de euros, mira hasta el último céntimo de euro que le puedan aportar porque al final la tecnología y los recursos humanos cualificados están en todas partes, y uno acaba yéndose donde mejor le tratan.

Llevamos tiempo denunciando que a pesar de que nos creemos los más altos, guapos y listos, Euskadi lleva mucho tiempo perdiendo atractivo como territorio en el que hacer inversiones

Respecto al proyecto de Corrugados de Azpetia, aquí el asunto tiene todavía más aristas porque a lo que huele es a un desencuentro institucional de dimensiones épicas que se ha llevado por delante una iniciativa que iba a generar 200 puestos de trabajo directos y otros 500 indirectos. El desencuentro institucional ha trascendido públicamente, Gobierno vasco y Diputación Foral de Gipuzkoa han acusado al Ayuntamiento de Azpeitia gobernado por EH Bildu de dejar pasar una oportunidad comportándose como un “nuevo rico”, en palabras de a consejera Tapia. Lo que nos intentan vender unos y otros es tan contradictorio que no resulta creíble. Desde el consistorio aseguran que nunca ha habido un proyecto empresarial y argumentan razones medioambientales para desestimar la propuesta.

A estas alturas de la película es difícil tragarse que no exista un proyecto empresarial, aunque este no se haya hecho público, y que el citado proyecto recoja todas las exigencias medioambientales requeridas.  Por mucho que desde algunos frentes se pretenda sistemáticamente demonizar a las empresas e imputarles hasta la muerte de Manolete, la verdad es que la mayoría de las empresas llevan ventaja al resto de los colectivos sociales en numerosas materias y la sostenibilidad y el medioambiente es una de ellas. Así que no es fácil creer que la empresa no había hecho los deberes en ese ámbito.

Dentro de poco los motivos por el que estos dos proyectos no se han asentado en Euskadi se olvidarán, y en el mejor de los casos recordaremos que hemos perdido un buen número de puestos de trabajo y dos iniciativas de alto interés.

Y no deberíamos olvidar y sobre todo, debemos analizar los motivos y aplicar correctivos si de verdad queremos avanzar y no perder más cosas.

Ojo que el momento es delicado, ojo que lo que se va ya no vuelve, ojo que los más cercanos son nuestra competencia directa, ojo que vivimos en la autocomplacencia…

Ojo que nos quedamos fuera. Van dos avisos, y no serán los únicos.