Cuando uno comparte nombre con un comisionista que supuestamente se ha aprovechado de lo más duro de la pandemia para especular con mascarillas y jactarse de ello con un "pa' la saca", normalmente no dice cosas buenas de sí mismo. Si la persona que comparte un titular con Luis Medina resulta haber protagonizado el mayor juicio por fraude fiscal en la historia de España -aunque en justicia hay que decir que salió absuelto del delito de falsificar su domicilio fiscal para tributar en Suiza, algo que es muy difícil de verificar-, las cosas no se ponen sencillas.

Pero si encima el titular que comparten Luis Medina y José María Aristrain es que ambos son las nuevas entradas estrella en esta especie de 'lista de hits' en la que se ha convertido el listado de morosos con Hacienda, pues la verdad es que es difícil de justificar que el magnate del acero esté haciendo bien las cosas. Ser moroso con Hacienda no es deberle a un ente como quien debe a un proveedor o al mecánico del taller o al hostelero del bar de toda la vida. Deber dinero a Hacienda es deber dinero al resto de la sociedad, al vecino, al conciudadano. Ser moroso es restar recursos a los servicios públicos. Ser moroso cuando a nadie se le escapa que el patrimonio del empresario vasco es más que suficiente para cubrir las deudas que tiene con Hacienda es, sencillamente, inmoral.