A punto de finalizar el mes de julio ya vamos por la segunda ola de calor intenso de este verano, una circunstancia a la que no estábamos acostumbrados por estos lares pero que, desafortunadamente, cada vez va a ser más frecuente. Temperaturas de más de 40 grados y noches tropicales, en las que apenas refresca, han sido la tónica habitual no sólo en el sur de Europa sino en países donde este fenómeno es aún más extraño que en Euskadi, como Reino Unido, Holanda o Alemania. La realidad es tozuda y, aunque algunos tertulianos sigan empeñados en quitarle importancia, el cambio climático ya está aquí y está transformando nuestra vida diaria. Adaptarse es absolutamente fundamental para minimizar su impacto y no nos cansamos de decir que es urgente actuar para que este cambio irreversible no vaya a más y sobrepasemos el punto de no retorno. No se trata de ser apocalíptico, se trata de ser realista y cambiar nuestro modelo económico, de crecimiento y, en definitiva, de vivir para no “cargarnos” nuestro hogar común: el planeta.

 

Los veranos son y van a ser cada vez más largos y calurosos, con lo que también cada vez vamos a tener más riesgo de incendios, incluso en zonas más húmedas, como Euskadi

 

De estas 2 olas de calor que hemos vivido intensamente en los meses de junio y julio se pueden aprender varias lecciones y comprobar hasta que punto nos quedan todavía muchos deberes por hacer para afrontar el principal y más difícil reto que afronta la humanidad: mitigar este calentamiento global que amenaza con superar todas las previsiones de los científicos. El primero de estos aprendizajes lo podemos obtener de los incendios que han quemado miles de hectáreas en España y en otros países europeos. Creo sinceramente que seguimos sin ser conscientes de la enorme tragedia que suponen para nuestro ecosistema. Perder zonas verdes es perder los mejores sumideros de carbono, muchas veces de una enorme riqueza ecológica, pero también es acelerar la erosión y la desertificación de toda la península ibérica, una de las zonas del continente más amenazadas. A pesar de lo imprevisible de estos incendios y de la complejidad que tiene su extinción, es evidente que se puede y se debe hacer mucho más, sobre todo en la prevención y vigilancia para evitar que surjan y se propaguen tan rápidamente. Los veranos son y van a ser cada vez más largos y calurosos, con lo que también cada vez vamos a tener más riesgo de incendios, incluso en zonas más húmedas, como Euskadi, ya hemos tenido varios sustos en Álava esta pasada semana. Por este motivo, hay que dimensionar nuestros servicios de extinción de incendios forestales dotándoles de más y mejores medios, tanto materiales como humanos. Por ejemplo, resulta un poco sorprendente que en toda la CAPV no exista ni una sola base de hidroaviones, cuando tenemos excelentes láminas de agua, como los embalses alaveses, que serían ideales para su labores, tanto en nuestra comunidad como las limítrofes. Pero también es necesario cuidar más y mejor todos nuestros montes, en Euskadi tenemos la gran suerte de que en su mayoría son públicos y su gestión es más adecuada que en el resto de España. Si muchos expertos hablan de las profesiones del futuro y mencionan algunas como la de analistas de datos, estoy convencido que las personas expertas en gestión forestal van a ser otros de los perfiles más demandados, porque la riqueza de un país no va a estar sólo en sus reservas energéticas, sino también en sus reservar naturales como los bosques y el agua.

 

El sector de la construcción va a tener que modificar urgentemente todos sus parámetros habituales porque estos fenómenos meteorológicos, tanto de calor como de frío intenso, cada vez van a ser más frecuentes

 

Pero el calor de este mes de julio no sólo se ha cebado en nuestro medio natural, las infraestructuras construidas por el hombre también han sufrido los efectos de esta canícula estival. Que se lo digan sino a los estupefactos pasajeros del aeropuerto londinense de Luton, que vieron como se anulaban todos sus vuelos porque la altas temperaturas había dañado el asfalto de la pista. También a los miles de usuarios de los ferrocarriles ingleses que tuvieron importantes retrasos en sus trenes por la dilatación de la vías férreas. El sector de la construcción va a tener que modificar urgentemente todos sus parámetros habituales porque estos fenómenos meteorológicos, tanto de calor como de frío intenso, cada vez van a ser más frecuentes. No es de extrañar que, tal y como comentábamos a principios de año, los principales inversores mundiales premien a las compañías que tienen la lucha contra el cambio climático como uno de sus objetivos fundamentales. Innovar y trabajar para resolver estos retos supone una oportunidad para las personas emprendedoras y para las empresas vascas, además de una obligación para las grandes multinacionales, que deben lideran está búsqueda de alternativas a la economía tradicional en vez de obcecarse en seguir con los métodos tradicionales.

 

Es más evidente que nunca que el nuevo urbanismo debe ir necesariamente ligado a reducir el abrumador predominio del asfalto y del hormigón en nuestras vidas

 

Las áreas urbanas han sido también otro de los espacios más afectados por estas olas de calor y se ha vuelto a evidenciar la importancia de diseñar e integrar una infraestructura verde de calidad en las ciudades para mitigar los efectos de isla de calor que se producen en las zonas menos arboladas. Hasta 17 grados es la diferencia que puede tener una zona urbana sin infraestructura verde de otra con elementos naturales que ayuden a reducir esa temperatura. Es más evidente que nunca que el nuevo urbanismo debe ir necesariamente ligado a reducir el abrumador predominio del asfalto y del hormigón en nuestras vidas. Hay muchas urbes europeas que llevan décadas trabajando en ello y en Euskadi tenemos buenos ejemplos como la reforma de la Avenida Gasteiz en la capital vasca, pero todavía queda mucho camino por recorrer, sobre todo en los barrios más consolidados donde la escasez de zonas verdes es más habitual.

Estas olas de calor, como en su día lo hicieron los temporales de invierno, deben enseñarnos también a hacer un uso racional de la energía. Ni hay que tener una casa u oficina a 25 grados en invierno ni a 19 en verano. Los usuarios tenemos mucho que decir realizando un uso eficiente de la energía pero también se deberían impulsar y acelerar los procesos de rehabilitación del parque de viviendas para mejorar el aislamiento de los edificios, sobre todo en lugares como el País Vasco con un importante porcentaje de hogares que sobrepasan los 50 años de antigüedad.   

 

¿Están nuestros gobiernos y empresas enfocados en solucionar las consecuencias del cambio climático, que es el principal problema mundial?

 

En estas y en otras políticas similares es donde deberían invertirse los fondos de todas las instituciones, no en seguir prolongando la agonía de una sociedad excesivamente dependiente de los combustibles fósiles, porque son estos combustibles y una economía lineal la que está provocando un cambio climático sin precedentes. ¿Están nuestros gobiernos y empresas enfocados en solucionar las consecuencias del cambio climático, que es el principal problema mundial? La respuesta a esta pregunta definirá el futuro de cada territorio. Los más innovadores y competitivos serán los que se centren en solucionarlo, el resto irán en el furgón de cola. ¿Qué papel queremos para Euskadi?