El durísimo varapalo con el que este pasado viernes castigaron los mercados a Indra vienen a demostrar que hay cosas que no se han hecho bien. Los cambios en la cúpula de la tecnológica española son buenos para Euskadi, porque despejan el camino para entrar en ITP Aero, pero las formas no han sido las adecuadas. En la junta de accionistas, Amber propuso, fuera del orden del día, cesar a cuatro consejeros independientes, además de rechazar la renovación de Isabel Torremocha y aprobar el nombramiento de Jokin Aperribay como representante de SAPA en lo que se convirtió en un espectáculo impropio de una empresa cotizada.

El resultado de ese volantazo en la cúpula deja como balance de daños un consejo de ocho miembros, un descenso en la bolsa del 15%, las sospechas de la CNMV y una "escandalera monumental" como afirmó Alberto Terol. El fin no ha justificado los medios.