El colectivo “Herri Sanferminak”, organizadores de las choznas pamplonicas ha decidido no montar sus bares populares este año por la negativa del Ayuntamiento de la capital navarra a reservarles un espacio en el centro de la ciudad. Molestos por la actitud del Consistorio, han preferido no montar sus acogedoras carpas, atiborradas de cerveza y pacharán, que hacerlo en un lugar remoto, alejado del bullicio sanferminero al que durante tantos años han contribuido a su promoción. Aún así, han anunciado su voluntad de seguir trabajando por unas fiestas que, entre otros valores, siempre han promovido desde “una perspectiva ecológica y sostenible”.

Y ahí es donde se encuentra el principal valor de su decisión, ya que si de verdad aspiran a unas fiestas ecológicas y sostenibles medioambientalmente, lo más sensato es no participar en el suministro de alcohol a “guiris” venidos de todos los continentes. Una fiesta local que se nutre de visitantes ocasionales que han recorrido miles de kilómetros en avión para embriagarse durante unos días en los servicios hosteleros de Pamplona tienen muchos valores, pero no el de la sostenibilidad ecológica. 

 

La decisión que han tomado, aun forzados por la determinación del alcalde de negarles un buen espacio hostelero, es la de no abrir sus choznas este año

 

Si los miembros de “Herri Sanferminak” aspiraran a una fiestas de esas características tendrían que volver al modelo anterior a las visitas de Hemingway y ayudar a la realización de los oficios religiosos y acudir al baile de la banda municipal en la plaza del Castillo. Por ello, la decisión que han tomado, aun forzados por la determinación del alcalde de negarles un buen espacio hostelero, es la de no abrir sus choznas este año.

Al igual que las choznas sostenibles, todo aspira a ser sostenible en la economía actual en la que nada lo es, ni sostenible ni verde ni tampoco ecológico. Por el contrario, la actividad humana se ha vuelto poco eficiente y las fiestas, las de Pamplona y otras, son citas en las que se consume tanto CO2 como alcohol. Y como las fiestas, las vacaciones, las reuniones familiares y las excursiones de fin de semana. Todas conllevan, usualmente, largos desplazamientos e importantes gastos en hidrocarburos y en otras fuentes energéticas. Muy probablemente, lo que se consuma en esas citas también habrá requerido grandes desplazamientos, con altos consumos de producción, embalaje y transporte.

Pero todo acto comercial aspira a ser verde y sostenible. El usuario ecologista puede encontrar la satisfacción en la compra de ropa, siempre realizada atendiendo a criterios de sostenibilidad, también en la alimentación, a la se aplican los mismos modelos, o en su suministro de gasolina o en su pasaje aéreo.

 

Al igual que las choznas sostenibles, todo aspira a ser sostenible en la economía actual en la que nada lo es, ni sostenible ni verde ni tampoco ecológico

 

La sostenibilidad es, ya, un producto de consumo que requiere de más gasto, más distracción de recursos y más ineficiencia del sistema. Hoy, la sostenibilidad no la da la natural prudencia, la reserva en el gasto y la abstinencia sino un prescriptor que cobra por sus servicios y que, como si fueran bulas papales, levanta la pena y el castigo mediante una buena explicación que justifica el exceso, exonera por el abuso y alivia la preocupación por los rigores del precepto.

Todo puede ser ecológico, todo puede ser sostenible, todo puede tener su destino en una proyección futura sin emisiones ni residuos. Solo es necesaria la buena voluntad y de eso, nadie carece.

 

El presupuesto para las vacaciones de los españoles se recortan en 300 euros de media en este verano, lo que significa que habrá menos desplazamientos, menos consumos y menos emisiones de CO2

 

Por ello, este verano, cualquier viajero a tierras extrañas podrá realizar su viaje con la tranquilidad de hacerlo de forma sostenible y en comunión con la naturaleza que va a visitar, aun cuando lo haga llegando en un reactor o a bordo de su vehículo diesel del año 1990, que si no es sostenible por las emisiones, sí lo es por haber evitado la construcción de un nuevo vehículo.

Pero la mejor noticia para la sostenibilidad del planeta, la verdad sincera, no viene de las justificaciones al gasto sino de las mermas de la capacidad económica de los ciudadanos. El presupuesto para las vacaciones de los españoles se recortan en 300 euros de media en este verano, lo que significa que habrá menos desplazamientos, menos consumos y menos emisiones de CO2. 

No en vano, el mejor amigo de la ecología es la insolvencia económica, la incapacidad de gasto, la economía de subsistencia. No comer chuletón, no usar aviones, no viajar más allá de donde nos alcance el sendero, a pie y sólo provistos de pan y vino.