Pocas veces un tópico tiene tantos visos de hacerse realidad como en el caso del efecto que Mercedes ejerce sobre la economía vasca. Solo otros gigantes como Petronor o Eroski, como en su día sucedió con Fagor electrodomésticos, pueden suponer tantos picores a instituciones y proveedores como los amagos de la multinacional alemana con efectuar recortes en su plantilla. Un temblor que no solo encrespa a los alaveses, donde entre empleo directo -con unos 5.000 empleado- e indirecto la cifra de trabajadores relacionados con la factoría donde se fabrica la famosa Vito superan las 12.000 nóminas. La onda expansiva de un terremoto en el vitoriano polígono de Ali-Gobeo llegaría a todo el País Vasco y muy especialmente a la localidad vizcaína de Abadiño. Allí, Gestamp dedica en torno a tres cuartas partes de su producción a proveer a Mercedes Vitoria. Y en Gestamp 'solo' trabajan 700 personas.

Cada iniciativa de Mercedes Benz en Vitoria genera un efecto mariposa en la industria de la automoción de Euskadi.Un sector que, según apunta la asociación empresarial Sernauto, genera en torno al 28% del PIB vasco y emplea a más de 30.000 personas entre Álava, Bizkaia y Gipuzkoa. No en balde, el País Vasco es una de las comunidades autónomas con mayor concentración de empresas fabricantes de componentes para el área de automoción. En este contexto, el movimiento de uno de sus gigantes puede generar un efecto dominó de imprevisibles consecuencias.

Nervios institucionales

Los representantes institucionales son más que conscientes del peso de la planta vitoriana. Por ello, desde que esta misma semana Mercedes haya anunciado la supresión de cerca de 500 eventuales y haya planteado un posible ERE en primavera, tanto el alcalde la capital vasca, Gorka Urtaran, como el diputado general, Ramiro González, han tenido que templar ánimos y hacer declaraciones de intenciones que no molesten a los trabajadores -sus posibles votantes- ni a la empresa -su mejor contribuyente-. No obstante, en ese mar de ambigüedad medida el objetivo es claro: evitar en la medida de lo posible que haya recortes drásticos de empleo y de inversión. Frases vacías para no molestar demasiado, pero que denotan el miedo sin paliativos a que, al calor de la pandemia, los alemanas hagan una escabechina en la economía vasca. "La no prórroga de los contratos temporales nos preocupa porque afectará a muchas personas", ha dicho González. "Confío en que la situación de Mercedes sea coyuntural y recupere los niveles de empleo", apostilla Urtaran.

Mientras tanto, Emilio Titos, director de la fábrica de Vitoria, no se muestra tan timorato. Primero, ante la plantilla. Después, a los compañeros de El Correo para que el mensaje llegue nítido a las instituciones: "con la flexibilidad prácticamente agotada y con una posible situación estructural de reducción de las ventas, se hace imposible mantener el ritmo de producción en los tres turnos actuales sin la utilización de expedientes de regulación de empleo, debido al enorme desfase entre la capacidad productiva y la demanda del mercado". Adiós a los eventuales y a remojar las barbas de los fijos.

"Grandes beneficios"

Los sindicatos, especialmente los nacionalistas ELA y LAB, no se creen los argumentos de Titos. Para ellos, la piedra lanzada por la empresa es insostenible. Según ellos, Mercedes Vitoria "no puede plantear recortes a la plantilla con un beneficio de 150 millones de euros". El sindicato LAB asegura que, tras realizar un análisis económico de la situación, en los últimos cuatro años la empresa ha repartido más de 500 millones de euros en dividendos. En el último ejercicio, siempre según este sindicato, Mercedes obtuvo "un beneficio de 150 millones de euros y repartir más de 130 millones en dividendos". 

ELA cree que con la previsión de hacer 131.500 furgonetas en 2021 se podría mantener el empleo, pero "en vez de recurrir a los infinitos modelos productivos que están recogidos en el convenio, la dirección de Mercedes propone un nuevo modelo, una forma de trabajar nueva, con la que se busca crear una gran incertidumbre". La razón que esgrime el sindicato nacionalista es que el próximo año tocan las negociaciones del nuevo convenio, por lo que la empresa "busca crear un contexto de inestabilidad, para luego sacar partido de la situación de cara a la negociación".

Sea como fuere, a pesar de anuncios de vacunas inminentes y rebrotes bursátiles inmediatos, la crisis de la pandemia está creando una mella en el tejido industrial. Un agujero del que todavía no se conoce la profundidad. Anuncios como el de Mercedes, sean globo sonda o se conviertan tristemente en realidad, dan claves para entender la magnitud del socavón. Ahora, las instituciones por un lado, pero sobre todo la empresa y la parte social deben ser honestos y afrontar el futuro desde el acuerdo. Por el beneficio de todos.