El señor Escrivá es un hombre inteligente. Persona formada y con aspiraciones, pensó pasar de predicar a repartir trigo, redondear su currículo con ser ministro. Escrivá creyó que era el mejor momento. España en crecimiento, el desempleo bajando, el déficit embridado en ayuntamientos y en autonomías. Quedaba el déficit de la Seguridad Social, como agujero principal del déficit del Gobierno central que se dice.

Él, que siempre había destacado como izquierdista, al igual que su compañero Marlaska, creyó ver en un gobierno “progresista” y de izquierdas la palanca para subir los impuestos, que otros no le dejarían. Acepto.

Al principio las cosas iban bien; bueno, los consejos se dedicaban a los viernes sociales y el déficit aumentaba, pero un subidón “progresista “de impuestos podría arreglar el desaguisado. Y a fin de cuentas el tenía un plan. Un plan brillante.

El paro aumenta, el empleo disminuye, y por desgracia, el agujero aumenta en todos los frentes del Gobierno

Si quito el gasto de las no contributivas y otros gastos “impropios”, como los gastos de gestión, y paso todos ellos al presupuesto de la Administracion General, el déficit de las pensiones se reduce sustancialmente. Un retoquito por aquí y otro por allá, y niquelado. El marrón para la Montero y la Calviño.

Pero las cosas se han complicado. El arte de birlibirloque no va a cubrir el déficit. El paro aumenta, el empleo disminuye, y por desgracia, el agujero aumenta en todos los frentes del Gobierno.

Este, obligado a hacer frente al derrumbe de la actividad, a los problemas sociales y económicos que se han empezado a mostrar, aún mantiene el mito de la subida de impuestos, sobre una sociedad con claros síntomas de cansancio. La subida de impuestos en mitad de crisis profundas es una magnifica idea, pueden si quieren repasar a los clásicos, augura una gran adhesión al régimen.

En la Seguridad social, la gran solución siempre se ha sabido cual era. Los costes de seguridad social son eso: costes. Si disminuimos las cotizaciones que lastran la competitividad de nuestras empresas, y la sustituimos por el IVA que es neutro respecto a los costes, nuestras empresas competirían mejor internacionalmente, serian más sanas. El inconveniente es que el consumidor , aunque pague lo mismo, ve mucho más claro los impuestos que le cobran. La idea siempre ha estado ahí.

El problema de las pensiones, como del presupuesto, está en la existencia de millones de parados

Se paso del 4% del ITE al 12% del IVA, al 13, al 15, al 16, al 18 y con la gran crisis al 21%. Hemos perdido todas las oportunidades de ganar competitividad y de modificar nuestros costes. Y Montoro y Calviño están pensando en subir de nuevo el IVA, para ellas, no para Escrivá. Otra oportunidad perdida.

El señor ministro en su callejón, además de su brillante idea, nos cuenta curiosas teorías como la de jubilarse a los 70 años. Todos los trabajadores aplauden a rabiar. Otra brillante idea que aplicar a altos funcionarios y ejecutivos, agarrados a la teta y cuya productividad es seriamente discutible.

Los mayores de 50 años, a los que la crisis ha arrojado al desempleo, saben que es la promesa que su jubilación, que será anticipada, se materializará en severos recortes de cuantía. No nos tome por idiotas, por favor.

El problema de las pensiones, como del presupuesto, está en la existencia de millones de parados, de contratos con bajo valor añadido y en la falta de competitividad de las empresas españolas, no en que un señor en desempleo desde hace años se jubile a los 63, recortándole la pensión.

Señor Escrivá el reto está en el empleo, y en su calidad, y usted lo sabe. No nos tome por idiotas. 140.000 millones les esperan, que no sea una vez más otra oportunidad perdida.