Si tuviéramos que hacer una selección de los inventos que más han cambiado la historia de la Humanidad no cabe ninguna duda que entre los seleccionados estaría la rueda. Aunque nuestros antepasados no tuvieron que esperar a su invención para moverse, es verdad que con su ayuda la movilidad se incrementó exponencialmente hasta llegar a nuestros días, en los que se ha convertido en una de las principales fuentes de emisión de los llamados gases de efecto invernadero. Nos movemos para trabajar, para comprar, para disfrutar del ocio, para estudiar, etc. Son millones de movimientos diarios y, evidentemente, la forma en la que los realizamos influye directamente en la calidad del aire que respiramos, en el reparto del espacio urbano de nuestras ciudades y, en definitiva, en nuestra calidad de vida, pero ¿dirían ustedes que influye también en la competitividad de nuestras empresas? Cada vez es más evidente que sí pero también es evidente que la movilidad al trabajo es todavía la gran asignatura pendiente de nuestras ciudades.

Según el estudio de movilidad realizado en 2016, en Euskadi se producen diariamente 2.030.629 desplazamientos por trabajo, lo que supone más del 30% de todos los desplazamientos diarios. Más del 59% de estos movimientos se realizan en vehículo privado y no llega al 19% los que se hacen andando, 8,6 % en ferrocarril, 6% en autobús urbano o interurbano y sólo el 2,6% en bicicleta. Esto significa que cada día más de 1,2 millones de desplazamientos por motivos laborales se realizan en coche, con todo lo que esto significa: contaminación atmosférica y acústica, atascos y pérdida de tiempo, siniestralidad, ineficiencia energética, consumo de suelo y territorio para sobredimensionar algunas infraestructuras o afecciones a la salud, entre otras cosas. A pesar de lo importante de estos impactos y los costes añadidos que provocan, todavía sigue sin abordarse de manera seria una alternativa sostenible a esta movilidad tradicional.

Fueron los Ayuntamientos de las capitales vascas los primeros que abordaron este problema global a través de los planes de movilidad sostenible que desde principios de este siglo han ido transformando nuestras urbes, ganando terreno para los peatones y los modos de desplazamientos sostenibles en detrimento del coche particular

Fueron los Ayuntamientos de las capitales vascas los primeros que abordaron este problema global a través de los planes de movilidad sostenible que desde principios de este siglo han ido transformando nuestras urbes, ganando terreno para los peatones y los modos de desplazamientos sostenibles en detrimento del coche particular. Los avances han sido notorios y en alguna de ellas, como Vitoria-Gasteiz, incluso se ha conseguido reducir el peso modal del automóvil frente a los otros modos, sin embargo, todavía seguimos teniendo unos índices muy elevados de uso del vehículo privado cuando nos desplazamos a trabajar. ¿Cuál es el motivo? Hay varios: mala planificación territorial que ha llevado fuera de las ciudades centros de trabajo que deberían estar integrados en su trama urbana, falta de alternativas atractivas de transporte colectivo a zonas industriales o falta de infraestructuras específicas para otros modos como la bicicleta e incluso también una falta de concienciación entre empresas y trabajadores a la hora de abordar este problema de manera compartida.

En este campo, como en muchos otros, en Europa nos llevan una cierta ventaja, desde hace mucho tiempo en países como Bélgica o Francia los Planes de Movilidad Sostenible son obligatorios para empresas de tamaño medio y grande y la movilidad es una variable más en la estrategia de las compañías y también de los representantes de los trabajadores. En España fue precisamente un sindicato, CC.OO, uno de los primeros que puso el foco sobre la movilidad al trabajo a principios de este siglo XXI gracias a un estudio realizado desde una de sus fundaciones. Desde entonces, se han ido sucediendo algunas iniciativas, la mayoría de empresas particulares, que han ido implementando medidas para hacer una transición hacia una movilidad más sostenible. Una tendencia que ha llegado también a las instituciones.

Creo que ha quedado claro que la movilidad sostenible es una necesidad también en los desplazamientos de trabajo y que implantarla pueda ayudarnos a conseguir entornos empresariales más competitivos y saludables

En Euskadi, la Ley de Cambio Climático ya recoge que todas las empresas de más de 100 trabajadores por turno deberán contar obligatoriamente con un Plan de Movilidad, el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz está realizando un Plan de Movilidad a Polígonos Industriales y, por citar un ejemplo más, la Red de Parques Tecnológicos de Euskadi ha comenzado a desarrollar también un plan de movilidad sostenible a sus distintas sedes. Precisamente, hace poco hablando con una de las personas responsables de uno de estos parques me comentaba lo importante que es para ellos contar con buenas alternativas de movilidad sostenible, “nosotros necesitamos atraer talento a nuestras empresas y una de las cuestiones que más nos demandan es la posibilidad de contar con medios de transporte alternativos al uso del vehículo privado para acceder a su trabajo”. Quedaba bien claro que la movilidad sostenible les ayuda a ser más competitivos.

Esta mejora de la competitividad es clara también en otros aspectos. ¿Se han parado a pensar las empresas y los trabajadores cuanto tiempo se gasta diariamente en desplazamientos ineficientes? (en algunas ciudades grandes los conductores llegan a perder más de 100 horas anuales en atascos). La mayoría de nosotros sabemos cuanto nos gastamos en gasolina para llegar a nuestra oficina o fábrica, pero muy pocos sabemos el coste real anual de esos desplazamientos, a los que hay que sumar el mantenimiento del coche, amortización, seguro, coste aparcamiento, etc. ¿Cuánto espacio dedican las empresas a aparcamiento que podría ser utilizado para otros aspectos si se impulsara los modos de transporte colectivos? ¿Cuántas horas se pierden por baja laborales producidas por accidentes in itinere o en la jornada laboral? (en 2017 el 11.6% de los accidentes laborales en España fueron de tráfico) ¿Cómo repercute este excesivo uso del automóvil privado en nuestra salud? (En España el transporte emite más del 30% del CO2 total).

Creo que ha quedado claro que la movilidad sostenible es una necesidad también en los desplazamientos de trabajo y que implantarla pueda ayudarnos a conseguir entornos empresariales más competitivos y saludables. En su desarrollo es imprescindible una construcción compartida entre instituciones, empresas y personas trabajadoras. Como dice uno de los mayores expertos en este campo, el catalán Manel Ferri, “La mayoría de las actuaciones que pueden llevarse a cabo para avanzar en la movilidad sostenible al trabajo no dependen de un sólo actor social o económico, sino que exigen la colaboración y cooperación activa de todos los sectores implicados”.

Necesitamos cambiar nuestros hábitos colectivos y necesitamos aportar soluciones conjuntas que aporten medidas diversificadas que pueden ir desde el fomento del teletrabajo, las opciones de transporte colectivo privado, la mejora del transporte público o la implementación de infraestructuras seguras para la bicicleta y el peatón, hasta el uso de nuevas tecnologías de uso compartido del coche o el fomento de la eco-movilidad. Si somos capaces de desplazarnos de una manera más sostenible a nuestro trabajo conseguiremos ser una sociedad más saludable y eficiente y, por lo tanto, más competitiva. Así que animémonos a dar un “volantazo” a esta situación aprovechando precisamente este momento de pandemia en el que las circunstancias nos han obligado a reducir esos desplazamientos, que hasta hace bien poco consideramos indispensables.