Comisionista es aquella persona encargada de gestionar una actividad comercial en nombre de otro agente cobrando una comisión por ello. Hasta ahí todo normal. El trato se recoge en un tipo de contrato que regula su trabajo y que establece la comisión mercantil pactada previamente. Sin embargo, la forma de actuar de algunos comisionistas está dejando en muy mal lugar a quienes trabajan a comisión de manera absolutamente limpia y profesional.

Cuando aún no nos habíamos recuperado del caso Medina-Luceño, con su descarada e insolidaria forma de llevarse comisiones tan abultadas que les han dado para yates, coches y casas, salta el caso Piqué. No es menos sinvergüenza su comportamiento y además, coloca al futbolista como nada empático con las personas que sufren la falta de derechos humanos en sus países.

Resulta que el catalán Piqué, a través de su empresa,  se embolsa la nada desdeñable cantidad de 4 millones de euros por cada edición de la Supercopa que se celebre en Arabia Saudí. En total, por seis ediciones, se lleva 24 milloncejos.

Mientras en su saca entraban millones de euros, en las sacas mortuorias entraban cuerpos de personas en las que ellos jamás pensaron

Independientemente de las cantidades que cobran los comisionistas, insultantes en mi opinión, lo que cabe analizar es la falta de empatía social de quienes ejercen esa labor. Lo demuestra el caso Medina-Luceño, quienes mientras sus conciudadanos morían solos en hospitales y el personal sanitario reciclaba sus equipos de protección individual de manera continuada, engordaban sus cuentas corrientes para vaciarlas rápidamente en previsión de que alguien pudiese iniciar una investigación sobre lo cobrado como comisión por llevar guantes de mala calidad y mascarillas a los hospitales madrileños.

”Pa la saca”. Esa es la significativa expresión utilizada por Luceño para comunicarle a su amigo comisionista Medina el ingreso en su cuenta de la parte del dinero estafado al Ayuntamiento de Madrid. Mientras en su saca entraban millones de euros, en las sacas mortuorias entraban cuerpos de personas en las que ellos jamás pensaron. Ni en ellas ni en todas las que luchaban día y noche por salvar la vida de cuantas más personas, mejor. Todo esfuerzo era necesario. Y todo euro para dedicarlo a la lucha contra la pandemia, también. Pero ellos preferían llenar sus sacas de relojes de lujo, automóviles, pisos y barcos. Se dieron mucha prisa en gastarse el dinero porque cuando la justicia ha ido a requisarles los fondos, ya no quedaban. 247 euros en la cuenta de Medina, no más.

Esa falta de empatía es muy propia de personalidades narcisistas que están centradas casi siempre en sí mismas y tienen muy poco en cuenta a los demás. Lo que a los otros les ocurra, su sufrimiento o las consecuencias de sus actos es algo en lo que no acostumbran a pensar. No les preocupa ni les importa.

Si hay algo que llevar a los tribunales habrá quien lo lleve y si no, será otro caso de comisiones millonarias en un mundo, el del deporte, que también ha demostrado una gran falta de empatía

Lo dicho, que mientras nos intentábamos recuperar del caso de estos dos comisionistas sin escrúpulos salta la conversación de Josep Piqué, el futbolista, con el presidente de la Real Federación española de fútbol, Luis Rubiales. Ambos negocian el dinero que se darán a cada uno de los clubes participantes en la supercopa de Arabia Saudí y las comisiones que el jugador establece que cobrará su empresa por llevar tal evento a ese país.

Dice el máximo organismo que rige el fútbol español que no hay nada ilegal en la comisión de 24 millones que recibió la empresa de Piqué como intermediaria de una operación que considera contribuye de una forma muy positiva al fútbol español. Si hay algo que llevar a los tribunales habrá quien lo lleve y si no, será otro caso de comisiones millonarias en un mundo, el del deporte, que también ha demostrado una gran falta de empatía.

Negro futuro el que nos espera si seguimos pasando por alto que hay personas a las que algunos idolatran y convierten en referentes mientras ellos hacen negocios tóxicos

Me decía hace unos días la vicepresidenta de Reporteros Sin Fronteras, Edith Rodríguez Cachera, que ya tenemos lo que ella llama “el combo de los derechos humanos”. Supercopa de fútbol en Arabia Saudí, Juegos Paralímpicos en China y Mundial de fútbol en Qatar. No se puede pedir más. Ni menos en lo que a derechos humanos se refiere. Países en los que sus dirigentes ordenan y mandan sin contestación, por la cuenta que les trae, de la ciudadanía. Lugares en los que cada derecho está mermado para según qué grupo de población. Comunidades en las que los privilegios de los hombres se ejercen a base de mermar los derechos de las mujeres. Eso son solo algunos de las señas de identidad de esos países en los que gente como Piqué y Rubiales hacen negocios. No les importa si con su trabajo y su dinero se blanquean regímenes corruptos y violadores de las libertades, ni si con su labor contribuyen a perpetuar un modelo social y político en el que los derechos humanos están ausentes. Lo importante es para ellos que el dinero entre en su saca.

Negra sociedad ésta que mira para otro lado. Y negro futuro el que nos espera si seguimos pasando por alto que hay personas a las que algunos idolatran y convierten en referentes mientras ellos hacen negocios tóxicos. Los principios y todo eso… a otra saca.