El Parlamento vasco sigue insistiendo en mantener una antigua tradición: la de mantener prácticamente suspendida la actividad en el mes de enero. La Cámara vasca no celebra plenos, ni sesiones de control. Su actividad queda reducida a citas extraordinarias como las explicaciones de la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, para detallar la evolución de la pandemia, las reuniones de la Mesa de Presidencia y la Junta de Portavoces y alguna ponencia. El caso es que no es que los parlamentarios no trabajen, los diputados mantienen la actividad, registran iniciativas y desarrollan su labor en los despachos. En épocas pasadas, cuando la digitalización no había llegado, la aprobación de la Ley más importante del año, la de los Presupuestos, generaba un bloqueo casi total de la Cámara, de ahí que se adoptara esta medida de suspender la actividad. El objetivo era facilitar la tramitación presupuestaria. Por eso ahora carece de sentido el empeño de la presidenta de la Cámara, Bakartxo Tejería de mantener esta situación