Si el PNV quisiera realmente el tren de alta velocidad en Euskadi, habríamos sido los primeros en tenerlo. Tal ha sido su poder de negociación con casi todos los gobiernos centrales que no haber metido este tema en la agenda es indicación de un evidente desinterés.

Cara a la galería, desde las instituciones vascas siempre se ha lanzado un mensaje de apuesta por la alta velocidad ferroviaria y se ha culpado de todos los retrasos al Gobierno central y, durante unos años, al chantaje de ETA. Pero si este tema hubiera sido realmente prioritario, se habrían dispuesto los medios necesarios y los acuerdos apropiados para blindarlo.

La realidad es que hoy todas las ciudades importantes de España tienen tren de alta velocidad salvo las vascas. Y Bilbao se ha convertido en la ciudad peor conectada por ferrocarril, pese a que en el siglo XIX fue la que protagonizó gran parte de las inversiones en todo el Estado.

¿Qué ha ocurrido entonces? El problema de fondo es que, tal y como está planteada desde hace años, la alta velocidad ferroviaria solo nos conecta con Madrid. Además de entre nosotros, lo cual es más un capricho que una necesidad real. La conexión con Francia, que es la que realmente encandilaría a un PNV europeista, está paralizada porque los aquitanos no han mostrado el menor entusiasmo y en París es un asunto secundario.

Y lo cierto es que viajar hoy entre Euskadi y Madrid en transporte público es mucho más complicado y costoso de lo que debiera en condiciones normales

Igual que ocurrió con la autovía de Leizaran, que generaba rechazo entre los más navarristas, una mayor unión con Madrid no satisface a los nacionalistas más radicales. A falta de fronteras oficiales, las que generan las malas infraestructuras suponen una barrera a los intercambios humanos y comerciales.

Y lo cierto es que viajar hoy entre Euskadi y Madrid en transporte público es mucho más complicado y costoso de lo que debiera en condiciones normales. Al no haber línea de alta velocidad ferroviaria solo hay un operador que presta el servicio y con una variedad de horarios muy limitada.

El avión, fundamentalmente desde Bilbao, es el único medio en el que hay cierta competencia, aunque con precios generalmente disparados. El autobús es, junto al Blablacar, el sistema más económico y con variedad de horarios, lo que lo convierten en el más popular.

La ruta en autobús Madrid-Bilbao figura como la más rentable de entre todas las que operan en España.

Y a falta de trenes de alta velocidad, podría serlo mucho más. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) acaba de hacer público un completo estudio sobre el transporte interurbano de viajeros en autobús en el que cita la ruta Madrid-Bilbao como la más rentable de entre todas las que operan en España.

Esto quiere decir que, si hubiera competencia, sería la que atraería más compañías y generaría por tanto mayores rebajas de precios y ampliación de frecuencias. Por otros casos similares, la CNMC calcula que los billetes costarían al menos un 35% menos y que el número de expediciones aumentaría un 38%. Rebajas similares se producirían en las rutas Bilbao-Donostia y Donostia-Vitoria.

Por rizar el rizo, habría que añadir que también se beneficiaría la industria vasca, que tiene en su haber a una compañía tan relevante como Irizar, uno de los mayores fabricantes de autocares del mundo. Todo ventajas, por tanto, salvo para el actual operador monopolista, que si algo ha sabido hacer es precisamente lobby a su favor.

Pese a la evidencia de los datos, llama la atención que el PNV se haya unido a otros partidos para reclamar en el Congreso que se mantenga el actual sistema de concesiones, opuesto a la liberalización que recomienda la CNMC. ¿Por qué defiende este partido algo que va contra el interés de los viajeros vascos? Si rebobina usted hasta el principio, encontrará una explicación bastante plausible.