La bajada del IVA de la luz al 10% en un momento de máximos históricos en el precio y la aprobación de la ley trans, asuntos en los que se ha impuesto la posición defendida por Unidas Podemos, permite a la vicepresidenta Yolanda Díaz centrarse ahora en la reforma laboral, la ley de vivienda y la subida del Salario Mínimo Interpofesional (SMI). Tres temas nucleares de los que dependerá, en gran medida, el futuro de la coalición de gobierno.

Tanto la derogación de la reforma laboral como la ley de vivienda son temas que están recogidos en el acuerdo de gobierno. La ley de vivienda es el que más permite airear las desavenencias dentro del propio ejecutivo que, además, lleva ya más de 4 meses de retraso. Aún lejos de conseguir un acuerdo, la intervención del mercado en las zonas tensionadas se presenta como el gran caballo de batalla que el PSOE no parece dispuesto a asumir.

Sin embargo, en los últimos días hemos visto un redoble de esfuerzos por parte de la Yolanda Díaz en su lucha por incrementar el SMI en lo que queda de 2021. En Europa solo han sido 4 los países que han decidido congelar el SMI en este año 2021 -España, Bélgica, Grecia y Estonia-. 18 de las 22 economías europeas que fijan por ley un sueldo mínimo han decidido mejorarlo. Y es que parece lógico pensar que si se incrementan las pensiones o los sueldos del funcionariado en consonancia con el IPC, también debieran hacerlo los sueldos de las personas que cobran el salario mínimo establecido por ley. Más aún en un momento de incrementos generalizados en productos casi perfectamente inelásticos como pueden ser la electricidad o la gasolina.

 

No podemos olvidar que cuando hablamos de subir el SMI estamos hablando de incrementar la renta de los y las trabajadoras más vulnerables. En este caso, de más de un millón y medio de personas

 

Además, la buena evolución del mercado laboral y de las variables macroeconómicas están de parte de la vicepresidenta tercera. Un buen comportamiento de dichas variables, lo cual se enmarca dentro de lo esperable para el segundo semestre del año, puede reforzar su posición negociadora ante la vicepresidenta Calviño y el presidente Sánchez, quienes no están de momento por la labor de subir el SMI.

No podemos olvidar que cuando hablamos de subir el SMI estamos hablando de incrementar la renta de los y las trabajadoras más vulnerables. En este caso, de más de un millón y medio de personas. La subida de 2019 benefició a casi el 10% de la población activa y, además, tuvo un claro efecto positivo en términos de equidad. El aumento de los salarios de los deciles más bajos ha sido bastante mayor que el que se ha dado en los más altos. Sobre todo, entre las mujeres y las personas jóvenes, quienes tienen empleos más precarios.

Sí, el Banco de España apuntaba en su ya famoso informe que la subida del SMI de 2019 hizo que la creación de empleo dejara de crecer entre 0,6 y 1,1 puntos porcentuales. Pero, ¿debemos aspirar a la creación de empleos de miseria que ni permiten llegar a fin de mes? Ésa es la cuestión. La clave no está en el empleo por el empleo, sino en qué tipo de empleo. Y para eso no vale jugar en corto. Debemos poner las luces largas y no tratar de salvar el presente hipotecando y sacrificando -aún más- el futuro. Porque ya conocemos los resultados de las políticas de los últimos años, donde desde 2008 los trabajadores del Estado español han perdido un 20% de poder adquisitivo y actualmente el 13% de los mismos son pobres.

 

La clave no está en el empleo por el empleo, sino en qué tipo de empleo. Y para eso no vale jugar en corto. Debemos poner las luces largas y no tratar de salvar el presente hipotecando y sacrificando -aún más- el futuro

 

También las empresas están en una complicada situación: endeudamientos elevados, con un desgaste en los recursos propios, resultados desequilibrados, etc. Por ello necesitamos afrontar la crisis económica desde el punto de vista de la transformación y la oportunidad. Es el momento de reconvertir, gracias a los fondos europeos y a un ambicioso paquete de reformas, parte de nuestro tejido productivo para que sea capaz de hacer frente a los retos que tenemos en el siglo XXI.

Porque, si miramos a nuestro entorno, podemos ver que el SMI no es la variable que hace que el paro se dispare. En Luxemburgo el SMI es de 2.202€ y la tasa de desempleo del 6,6%. En Irlanda, de 1.724€ y la tasa de desempleo del 5,8%. 1.685€ de SMI en Países Bajos y un 3,4% de desempleo. 1.626€ en Bélgica y 1.614€ en Alemania, por un 5,3% y un 4,4% de desempleo respectivamente. Un SMI de 1.555€ en Francia y un 7,3% de desempleo. Sin embargo, en España, con 1.108€ de SMI (medido en 12 pagas), la tasa de desempleo se dispara hasta el 15,4%. En Euskadi, hasta el 11,1%.

Parece sensato pensar, por tanto, que lo que debemos transformar y modernizar es ese modelo productivo que permite la existencia de altas tasas de desempleo, por un modelo económico orientado hacia sectores de alto valor añadido, centrado en el desarrollo del talento y la innovación. Lo que para nada es incompatible con lo firmado en el acuerdo de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos, donde se incluye que, para final de legislatura, el SMI debe alcanzar el 60% del salario medio español (entre 1.150€ y 1.200€). ¿Qué tendrán que decir los consejeros del Banco de España que reciben, en concepto de dietas, 1.119,10€ cada vez que se reúnen? To be continued...