Espiar a la ciudadanía es grave, espiar a cargos electos es grave, espiar a opositores políticos es grave. Y más todavía si se usan medios y recursos públicos y no se cuenta con respaldo judicial. Se ha hecho toda la vida, pero es grave. 

Estamos pues, ante un asunto serio, relevante, de esos en los que hay que impostar, e indignarse, como el capitán Renaud en Casablanca.

¡Qué vergüenza! ¡Aquí se espía!, clamó el del PP que mandó comprar el programa Pegasus. El que robó los papeles de Bárcenas o destruyó los ordenadores de la sede del PP.

 

Espiar a la ciudadanía es grave, espiar a cargos electos es grave, espiar a opositores políticos es grave

 

¡Qué vergüenza! ¡Aquí se espía! dijo el del partido nacionalista que utilizaba a la Ertzaintza para escuchar a los críticos de su partido que preparaban una escisión, o que enviaba los listados de aspirantes a policías a los batzokis para informarse sobre los opositores. Este es socialista Cuidado. Este es borroka, pero su padre es afiliado nuestro. Adelante.

¡Qué vergüenza! ¡Aquí se espía! gimió el indepe de Girona mientras denunciaba por twitter a una profesora que quería dar clases en castellano o promovía el boicot a un restaurante que no tenía la carta en catalán. 

¡Qué vergüenza! ¡Aquí se espía! se escandalizó el de la izquierda abertzale que durante años fue un chivato de ETA y pasó “al otro lado” información de políticos constitucionalistas, periodistas, jueces o policías. 

 

¡Qué vergüenza! ¡Aquí se espía! dijo el del partido nacionalista que utilizaba a la Ertzaintza para escuchar a los críticos de su partido que preparaban una escisión

 

Y tienen razón. Se espía. Faltaría más. El problema es que se habla de ello. España no es país para espías. Es un país de cotillas y de ofendiditos en el que, a diferencia de otras democracias occidentales, no existe sentido de estado cuando gobierna la izquierda. No existe en la derecha española ni, como es lógico y comprensible, en las formaciones nacionalistas vascas y catalanas. Así que los espías, los de verdad, siempre están vendidos.

¿Observa atentamente el CNI al independentismo catalán y vasco? Seguro. ¿De manera legal? Espero, aunque ya se sabe que esos asuntos el terreno es poco firme y hay muchas sombras. 

 

¡Qué vergüenza! ¡Aquí se espía! se escandalizó el de la izquierda abertzale que durante años fue un chivato de ETA

 

Ayer se hizo público que el presidente del Gobierno y la ministra de defensa han sido espiados por el mismo método que los indepes: malware Pegasus en los móviles. Por la fechas, mayo y junio del año pasado, el vecino del sur se lleva todas las papeletas. 

En aquellos momentos estábamos en medio del affaire Brahim Gali, con sus consecuencias diplomáticas y fronterizas. Así que, dadas las excelentes relaciones de Marruecos con Israel, y con Estados Unidos, no sería raro que las agencias de inteligencia alauitas hayan operado contra España y los miembros de su Gobierno. Como no sería de extrañar que el CNI hiciera lo mismo en la dirección opuesta. El viejo juego.

 

Concedemos gratis nuestra libertad a Musk o Gates pero desconfiamos de las garantías constitucionales y de nuestros representantes electos. Por principios. Muy listos no somos

 

Ese es el mundo en el que vivimos. Un entorno en el que entregamos cada día, y sin dudar, nuestros datos personales, de salud, bancarios, preferencias de todo tipo… al éter, para que sean utilizados por cualquiera que pague por ellos, o cuente con la pericia necesaria para procesarlos. Y sin embargo, nos negamos a la videovigilancia policial para prevenir el delito o espías para proteger el Estado. 

Concedemos gratis nuestra libertad a Musk o Gates pero desconfiamos de las garantías constitucionales y de nuestros representantes electos. Por principios. Muy listos no somos. 

¿Se aclarará lo sucedido? Espero que no. Me sentiré muy defraudado si los espías no saben mantener los secretos que atesoran y tienen la boca cerrada. Alguno pagará, sí. Al fin y al cabo, va con el trabajo ser chivo expiatorio en las intrigas palaciegas. 

Y si se libran, recordaremos las palabras de Smiley a Guillam en El Topo: “Me sorprende que no te echaran igual que a todos nosotros. Reunías todos los requisitos para que te dieran la patada: eficaz en tu trabajo, leal y discreto”.