Vuelve estos días un debate recurrente que me aburre y me enerva en la misma medida; los pactos con Bildu. ¿Se puede pactar con Bildu? ¿Quién lo puede hacer? ¿Cuándo se puede pactar?

Lo paradójico de este debate en espiral es que de una fase a otra los actores son siempre los mismos, pero en casillas diferentes. Todos los partidos han pactado con Bildu o sus denominaciones anteriores. Todos menos Ciudadanos, que nunca ha estado en el Gobierno. El PNV siempre ha pactado con loa abertzales, algunas veces de forma especialmente execrable, como cuando se negó a hacer dimitir a la alcaldesa de Mondragón cuando asesinaron al jefe de Policía Municipal del Ayuntamiento y la edil se negó a condenar el atentado.

El PNV no tiene problemas éticos a la hora de pactar con ellos, solo priman los intereses partidarios. Los jeltzales, ahora, se han enfadado con los de Otegi porque a la puerta de la Moncloa de repente hay dos frailes mendicantes y no está dispuesto a repartir la limosna). El PP, por mucho que brame ahora, también sabe lo que es compartir firma con los 'batasunos'. El que fuera alcalde de Vitoria, Javier Maroto, alardeaba de su capacidad de pactar con Bildu. De hecho, durante la pasada legislatura,  PP, EH Bildu y Podemos unieron decenas de veces sus votos contra el Gobierno de coalición PNV-PSE.

Entonces ¿Cuándo se puede pactar con ellos y quién puede hacerlo? La triste respuesta que todos aplican es la siguiente; cuando me viene bien a mí, cuando coinciden con mi voto, se puede y sino no. No parece una respuesta racional, pero es la triste realizad. Y luego se hacen malabares dialécticos para justificar una vez una cosa y otra la siguiente.

Detrás de estos planteamientos peregrinos, que no aguantan la primera mirada a la hemeroteca, creo que hay una malestar amplio por dos razones: una, por ver en directo que partidos minoritarios en el Congreso tienen un poder excesivo parea doblegar al Gobierno central y, otra, porque estos pactos con unos y otros rompen toda racionalidad de los principios y valores políticos defendidos por cada partido. No podemos olvidar que el PSOE mantiene la misma posición respecto a los pactos del PP con Vox que el PP respecto a los pactos con EH Bildu.

 No podemos olvidar que el PSOE mantiene la misma posición respecto a los pactos del PP con Vox que el PP respecto a los pactos con EH Bildu

 

¿Se pueden utilizar los votos de Bildu o ERC para hacer oposición? Deberíamos recordar que tan sólo hace un año el PP unió sus votos con ellos para tumbar el proyecto de Presupuestos del Gobierno. Pero en el fondo de los debates políticos está la necesidad material de gobernar, de aprobar leyes y presupuestos, y aquí se impone la 'realpolitik', la realidad. El Gobierno debe buscar los apoyos necesarios para gobernar sin paralizar el país. ¿Hasta dónde se puede alargar el realismo político?. o dicho de otra manera, ¿hasta qué punto se puede transigir en los propios principios?. No hay una vara de medir, pero me parece que cuando de forma reiterada la ética política deja de ser reconocible, dejar de ser un referente que hace predecible la actuación de un Gobierno o partido, esa raya se ha cruzado.

El realismo político no puede hacer desaparecer la ética de la política. Pero además, en la política cuenta también, y no poco, la estética; las formas y la apariencia. Seguramente lo que más molesta a los que están en desacuerdo del pacto presupuestario con EH Bildu y ERC, no sea el pacto material en sí, sino el relato arrogante que humilla al Gobierno. Lo que más molesta es la sospecha, algo más que la sospecha por las declaraciones chulescas de ambos, de que el pacto presupuestario no es un pacto de los presupuestos, sino que las contrapartidas son de otra índole.

 Lo que más molesta a los que están en desacuerdo del pacto presupuestario con Bildu y ERC es el relato arrogante que humilla al Gobierno

 

Para que unos pactos sean aceptables, o al menos entendibles por la ciudadanía, hace falta transparencia. Poner el foco no con quién se pacta sino qué es lo pactado. Y la verdad, los pactos de todos los partidos en los últimos años tienen una opacidad aterradora que da credibilidad a cualquier interpretación desorbitada.

El último argumento para justificar estos pactos es la afirmación de que son partidos igualmente legales. Lo dice el PP respecto a Vox  y el PSOE respecto Bildu y ERC. Pero no, ser un partido legal no legitima el pacto, lo que legitima el pacto es el contenido de lo pactado. Por ello es tan importante la transparencia, la información pública de los extremos, de todos los extremos, de lo pactado. El ser legales les autoriza a hacer política pública y su participación en las instituciones, pero eso no puede, por sí mismo, justificar pactos.

Necesaria transparencia

Es necesario llamar a cada cosa por su nombre. En la actualidad el Gobierno tiene una presión adicional y extraordinaria para aprobar los presupuestos del 2021. Es verdad, la situación sanitaria y económica hacen del todo necesarias y urgentes unos nuevos presupuestos. En esto, el PP está demostrando una irresponsabilidad suicida. El otro día le oía al ministro Ábalos decir que Bildu ha demostrado más responsabilidad que el PP. Hombre ministro, tampoco es eso. Lo de Bildu no es responsabilidad; mientras hacían público su apoyo a los presupuestos el portavoz de Bildu en el Parlamento vasco decía que ellos iban a Madrid “a tumbar el régimen”. La perentoria necesidad de Presupuestos en España no debe hacernos olvidar que Bildu sólo ofrece la mano para lanzarte al vacío.

Pero mucho me temo, que en el fondo, en España tenemos un problema mucho más grave. En las democracias europeas hay un pacto básico en defensa de los valores constitucionales, por ejemplo en Alemania, o de los valores republicanos, en Francia, que ponen límites éticos a los pactos entre partidos. En España no tenemos ese pacto básico de los valores constitucionales. Llamar a alguien “constitucionalista” supone hoy un insulto para muchos. Para todos los nacionalistas, en particular. Y, sin embargo, pienso necesario este pacto mínimo de valores constitucionales que blinden los límites éticos de la política.

El otro día le oía al ministro Ábalos decir que Bildu ha demostrado más responsabilidad que el PP. Hombre ministro, tampoco es eso.

 

Los partidos políticos constitucionalistas son los que entiende la Constitución como el origen del pacto ciudadano y generador de los derechos políticos y civiles de la ciudadanía. La madre del cordero está en definir qué partidos pasan esa revalida ética de la defensa de los valores constitucionales. ¿El PNV está dentro o fuera? Porque los soberanistas catalanes, Bildu y Vox están claramente fuera. Pues dentro no está, podrá tener otras virtudes, pero la defensa de los valores constitucionales no es uno de ellos. Nos es urgente que los constitucionalistas nos reconozcamos en un espacio político común en la defensa de los valores constitucionales. Es la única forma da salir de estos pactos y órdagos a la Constitución y el Gobierno legítimo.

Pero en España, que no estamos faltos de desgracias, tenemos un grave problema con la derecha. Un problema de lacra histórica. No voy a decir que el PP no es constitucionalista, pero si afirmo que tiene un concepto patrimonial del poder. Nunca está dispuesto a pactar nada con el PSOE, su alternativa de gobierno, si no están ellos en el poder. Estando en la oposición, nunca han hecho el más mínimo esfuerzo en llegar a acuerdo de país, desde el famoso “váyase señor González”, al ataque inmisericorde de Rajoy a Zapatero en el peor momento de la crisis. Son los restos del XIX que la derecha española no sabido desterrar aún.

A pesar de todo sigo defendiendo un acuerdo básico en torno a los valores constitucionales. ¿Se puede ser optimista hoy, con los 'bueyes' que tenemos? Bueno optimista no soy,  pero no veo otro camino para la esperanza.