La siderurgia tiene el sambenito de ser sucia, contaminante y gastar mucha energía. La aeronáutica en cambio parece como algo mucho más elegante, grácil, ligero y moderno. Es curioso porque muchas de las piezas que se han hecho para volar vienen precisamente de la la primera. El caso es que se adivinan matices en la Consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, que pueden hacer sospechar de unas querencias más acusadas por la cosa de los aviones, que por la de los tubos. 

Se adivinan matices en la Consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, que pueden hacer sospechar de unas querencias más acusadas por la cosa de los aviones, que por la de los tubos. 

 

Son dos sectores de los más tocados por esta crisis. A unos problemas estructurales que ya arrastraban se les han añadido los de la pandemia y entre una cosa y la otra se han descolgado del fatigado pelotón de la economía que busca coronar la cima de la recuperación, todo un puerto de categoría especial. Es donde se encuentran los mayores poblemas de empleo, donde todavía no es que se queden enganchados los ERTE, sino que aparecen los despidos. Si estos son procedentes, improcedentes o nulos, queda al albur de la señora presidenta de la Sala de lo Social del Superior de Justicia del País Vasco. 

El caso es que hablamos, especialmente en el caso de la siderurgia, de una las industrias más intensivas en mano de obra. En el caso de la aeronáutica, además de las grandes plantillas, se cuenta una importante cadena de proveedores. Un pulmón social y humano que se ahoga. Y parece que con un complicado pronóstico o al menos, a más largo plazo que el resto de los sectores económicos, con el permiso de hosteleros y turísticos. 

El departamento de Desarrollo Económico se negó a reunirse con los sindicatos de Aernnova o de ITP por sus manifestaciones violentas, pero sí lo hizo con los de Tubacex después de los altercados más graves de la crisis social de la pandemia

 

Pero la cuestión es que se perciben matices de una sensibilidad distinta en el Gobierno vasco. En el caso de la Aeronáutica, la alineación con las empresas parece más fluida. El departamento de Desarrollo Económico se negó a reunirse con los sindicatos de Aernnova o de ITP por sus manifestaciones violentas. En cambio, no tuvo reparos en sentarse con los representantes sindicales de los trabajadores de Tubacex, a los que ofreció la posibilidad de mediación, después de unos de los altercados más graves generados por el conflicto social de esta crisis. 

Toda la cadena de proveedores de segundo nivel de la aeronáutica está a la espera del Aerofondo. Unos recursos que han dotado con 100 millones de euros Airbus y el Estado para ayudara este tejido empresarial. Y un recurso al que, además, el Gobierno vasco ha ofrecido sumar recursos. Un gesto muy valioso, pero que hay quienes lo echan de menos en la siderurgia, cuyas empresas presentan balances negativos con grandes pérdidas. Tubos Reunidos ha pedido al Estado 115 millones de euros y Tubacex trata de aguantar con un ajuste del 20% de la plantilla. 

Es difícil separar el vuelo del recuerdo de aquel movimiento de Tubacex cuando se llevó una de sus plantas a Cantabria. Cuánto dolió aquel gesto en el Gobierno

 

Es verdad que no se puede llegar a todo. Es verdad que el Gobierno vasco trabaja en un plan de recualificación para los trabajadores de estos sectores, para que puedan reengancharse con formación cualificada, que ha hecho una inversión en gasto público sin precedentes ampliando líneas de ayuda a las empresas. Pero es difícil separar el vuelo del recuerdo de aquel movimiento de Tubacex cuando se llevó una de sus plantas a Cantabria. Cuánto dolió aquel gesto en el Gobierno. Igual rompió un vuelo de complicidad que ahora es imposible dejar de notar con fría sensación en lo más crudo del crudo invierno.