Dos cifras: 140.000 millones de euros y 11.000 millones de euros. Estos dos guarismos se han convertido en los últimos meses en la gran esperanza económica para la maltrecha economía española, que afronta como puede una situación complicada derivada para algunos y acrecentada para otros, por la pandemia.

La primera cantidad, los 140.000 millones de euros corresponden a las ayudas que recibiremos de la Unión Europea, y la segunda, los 11.000 millones de euros, son los anunciados hace unos días por el Gobierno Central con todo tipo de alharacas, para dar respuesta a las dificultades que atraviesan muchas empresas.

Poco sabemos de los fondos europeos excepto y en el caso concreto de Euskadi, una serie de proyectos listados en unas cuantas páginas, que podrán o no tener encaje en los requerimientos

De lo que llega de Europa llevamos hablando meses, para no decir prácticamente nada, porque a día de hoy excepto que bajo el eslogan España Puede se han incluído en los Presupuestos Generales del Estado de este año 27.000 millones en 4 ejes, 10 políticas palanca y 30 componentes para configurar el famoso Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española, y salvo que alguien tenga guardado en algún cajón secreto, para qué van a destinarse concretamente, con qué objetivos y en qué plazos, si participan o no las Comunidades Autónomas, si llegará dinero o no a las Pymes, poco sabemos, excepto y en el caso concreto de Euskadi, una serie de proyectos listados en unas cuantas páginas, que podrán o no tener encaje en los requerimientos europeos.

La falta de datos empieza a generar ya cierta incertidumbre y pánico escénico porque los días, las semanas y los meses avanzan, y aquí no se mueve nada y uno tiende a preguntarse si no estaremos dejando pasar un tren que bajo ningún concepto podemos permitirnos perder si queremos, no sólo salir de esta, sino lo más importante, engancharnos al futuro con proyectos transformadores presididos por la innovación y la competitividad. La verdad es que la situación, tras las altísimas expectativas generadas, da un poco o mucho miedo y uno empieza a temer, que nos quedemos sólo en la parte de la resiliencia del Plan, y en eso somos expertos, para que lo vamos a negar.

Nos han vendido las ayudas con el apellido de que "España ha dado más ayudas que nadie" cuando Alemania arrancó con 50.000 millones en la primera ola de la pandemia

Respecto a la euforia con la que se nos hizo partícipes de la segunda cifra, los 11.000 millones de ayudas a empresas y autónomos de los cuales 7.000 se traducirán en ayudas directas, es innegable que bienvenidas sean estas y cuantas otras (pocas) les han precedido, o las que vengan por detrás, pero no es menos innegable que llegan tarde, y que a pesar de lo abultada de la cifra son más bien escasas.

Nos las han vendido con el apellido de que “España ha dado más ayudas que nadie”. Bueno, sólo por poner las cosas en su justa medida recordar que Alemania arrancó con 50.000 millones de ayudas directas en la primera ola de la pandemia, y las ha ido completando posteriormente con otras ayudas. Hay más ejemplos pero el alemán es especialmente ilustrativo.

Para los que ya han cerrado las ayudas llegan tarde, así que esperemos que sirvan para evitar el cierre de otras

Que este plan de ayudas llega tarde es también muy obvio no hay más que fijarse en nuestra propia situación, la del País Vasco. Hace bien poco Confebask desvelaba que en el último año en Euskadi han echado el cierre la friolera de 1.469 empresas. 1.469 negocios, 1.469 ilusiones, 1.469 dramas multiplicadas por un buen número de personas afectadas, para las que cualquier tipo de ayuda ya llega tarde. Y sólo por poner la cifra en perspectiva esas casi 1.500 empresas cerradas suponen el 2,5% del total de las empresas vascas, que se dice pronto. Lo apuntaba también la patronal y creo que el dato es tan real como demoledor en los 6 años de recuperación fuimos capaces de crear aquí 1.929 negocios. Como ven, la cifra se acerca más de lo que nos gustaría a los que se han destruido en 12 meses.

En cualquier caso, para los que ya han cerrado las ayudas llegan tarde, así que esperemos que sirvan para evitar el cierre de otras.

Si no exigible, al menos es recomendable que nos ocupemos más de dar celeridad a los procesos y concretarlos, que de apuntarnos medallas 

Así las cosas, perseguidos por la indefinición y la tardanza en la toma de decisiones de las que depende la supervivencia de la economía, y la definición de a qué debemos dedicarnos en el futuro, si realmente queremos ir más allá de salvar los muebles en el corto plazo, molesta la euforia con la que se trasladan por parte de las diferentes administraciones, decisiones o datos que en algunos casos no se concretan, y en otros llegan tarde.

Por eso creo que si no exigible, al menos es recomendable que nos ocupemos más de dar celeridad a los procesos y concretarlos, que de apuntarnos medallas que al fin y a la postre, no nos dan de comer.