Quizá porque Sanfermines 2022 son las primeras grandes fiestas de nuestro calendario estival, quizá porque volvían después de dos años de obligada ausencia por la pandemia, nuestros ojos y nuestros corazones han vibrado con la fiesta del retorno a la normalidad, de manera presencial los más afortunados y en espíritu, el resto.

Sanfermines acumula, en su reciente historia, alguno de los episodios mas oscuros de la violencia machista. El asesinato de Nagore Laffage un 7 de julio de 2008 y la posterior condena a su confeso asesino por homicidio y no por asesinato, permite que su agresor esté a día de hoy en la calle, desatando y destapando las carencias de un sistema judicial sin perspectiva de género porque concluyeron que Nagore no se defendió. Otro de los episodios mas terribles, grabado a fuego en la memoria colectiva también se vivió en otros Sanfermines, los de 2016, con el mediático caso de "la Manada". Una violación grupal a una joven que aireó las vergüenzas de la Audiencia Provincial que llegó a ver jolgorio y excitación sexual como reza el voto particular del juez Ricardo González. Un fallo, corregido posteriormente por el Tribunal Supremo, puso las cosas en su sitio y como en una tormenta perfecta desde la política se vislumbró la necesidad legislativa de poner el consentimiento en el centro del debate y a día de hoy a ser tramitado en la "ley de solo sí es sí". A empujones, hemos de añadir, gracias al movimiento feminista henchido en rabia, pero también de fuerza para luchar y denunciar como el movimiento #MeToo o las históricas movilizaciones junto con la primera huelga feminista el 8 de marzo.

Este año, Pamplona, tampoco se ha librado de la lacra machista. Al menos , una agresiónsexual ha sido denunciada y hasta 7 personas se desplazaron a los centros médicos de la ciudad afirmando haberse sentido mareadas y desorientadas tras sentir un pinchazo. En todos estos casos se ha activado el protocolo de sumisión química, que implica la recogida de muestras y la posibilidad de interponer una denuncia, como así sucedió. Que exista un protocolo de actuación nos señala dos cosas, una que las autoridades se han formado y preparado para que las potenciales víctimas sean correctamente atendidas y dos, que la sumisión química ,consistente en inyectar o echar una droga para que las víctimas entren en estado de confusión con el fin de cometer robos o delitos sexuales, no es una leyenda urbana, sino una amenaza cada vez mas habitual para las mujeres en contextos de ocio y fiesta.

Según datos del Ministerio de Justicia, una de cada tres agresiones sexuales es los últimos cinco años podría haberse producido con la víctima bajo estado de sumisión química y apuntan a que es posiblemente la punta de un iceberg de dimensiones desconocidas. Estamos hablando de un 33% de las agresiones que llegan a comisaria. De las 3.001 agresiones sexuales denunciadas en 2021 fueran sometidas a análisis 994 ante la sospecha de haberse producido bajo influencia química. El resultado es aterrador, el 72% de los casos fue positivo.

Hay hombres que premeditadamente adquieren sustancias químicas con el objetivo de anular la voluntad de una mujer para violarla

Creo que la sociedad apenas percibe la magnitud de un problema enorme. No solo porque las cifras son abrumadoras, sino porque denotan algo muchísimo mas grave en mi opinión, y es que hay hombres que premeditadamente adquieren sustancias químicas con el objetivo de anular la voluntad de una mujer para violarla. No es la obtención siquiera de placer sexual, es la demostración del poder y la dominación del hombre sobre la mujer. La violación es un crimen de dominación y la sumisión química, barata, fácil, deliberada lo hace más sencillo y terriblemente peligroso. A veces, el agresor actúa en solitario, pero preocupa, cada vez más, cuando son cuadrillas de hombres las que se organizan para cometer lo que consideran parte de la diversión, de la fiesta, del pasarlo bien y no, hay que decir alto y claro, es un delito.

Nos esperan muchas más fiestas de la normalidad tras el letargo pandémico y volveremos a ellas con ganas de evadirnos y de aspirar hasta el último aliento de felicidad, pero también con la certidumbre de una nueva amenaza sobre nuestra libertad.

Una veintena de discotecas en Barcelona han decidido ofertar tapas para las consumiciones a fin de evitar que alguien pueda introducir droga en las bebidas. Aquí, en Euskadi, ha sido el Ayuntamiento de Barakaldo quien ha recogido el guante de esta iniciativa, repartiendo en el recinto de txoznas 10.000 cubre vasos con idéntico fin.

Gritamos hartas que la calle y la fiestas son también nuestras, en pie de igualdad con el mismo derecho a regresar a casa sin miedo a ser violadas o drogadas para anular nuestra voluntad

Gritamos hartas que la calle y la fiestas son también nuestras, en pie de igualdad con el mismo derecho a regresar a casa sin miedo a ser violadas o drogadas para anular nuestra voluntad. Por cierto, si han llegado hasta aquí, les revelaré que intencionadamente he señalado más arriba que fueron 7 personas en Iruña las que sintieron un pinchazo que activó el protocolo de sumisión química, bien, pues seis eran mujeres y una, un varón.