Estas líneas están redactadas un día antes de que se reúna el consejo asesor del LABI y decida, eso espero, el fin de la emergencia sanitaria provocada por la pandemia.

Ahora el Gobierno vasco – en realidad, todos los gobiernos, pero como este digital es de ámbito vasco es de justicia centrar el objetivo- tiene por delante una ímproba labor de reconstrucción económica y social y, por tanto, la oportunidad de realizar una gestión pos pandémica que nos quite el agridulce sabor que nos ha dejado, a vascas y vascos, la labor realizada durante la antedicha.

Si hay que poner nota, nuestro ejecutivo se ha quedado un poco por debajo de la media. Empezaron liándola y mintiendo con las vacunaciones, siguieron al trantrán, mirando de reojo a los demás para ver que hacían y, siendo benevolente y desprendido, han finalizado en el pelotón de los torpes. En términos ciclistas, el Gobierno vasco ha llegado a la meta de este etapón de montaña en el grupeto de los esprínteres. A buen entendedor.

Como resultado, la sociedad vasca está tocada. Sensible. Pejiguera. Está de psiquiatra. Y ese es el papel que debe jugar el Gobierno vasco. El de facultativo. Tal vez sea el momento de reorientar la labor de Jonan Fernández, hasta ahora coordinador del consejo asesor del LABI, y nombrarle conducator de la Recuperación Anímica de las Vascas y los Vascos (REVAVAS).

 

En términos ciclistas, el Gobierno vasco ha llegado a la meta de este etapón de montaña en el grupeto de los esprínteres

 

Si así fuera, yo le aconsejaría centrarse solo en tres temas. Urgentes no, lo siguiente. Tan urgentes que les aseguro que si, en los próximos meses, se registrará una moderada mejoría, solo moderada, nuestra autoestima volvería, no ya al nivel habitualmente elevado que solemos tener los vascos, sino al de un bilbaíno del centro. Los tres tienen un solo objetivo: devolver la credibilidad a nuestras instituciones.

El primer asunto son los botellones. Creo que es el momento de ponerse serios. Bueno en realidad no, ese momento fue allá por mayo pero ... No basta con mensajes voluntaristas como los del alcalde Aburto antes de este fin de semana, en los que se iba a ocupar del asunto ¡por fin!. Y no basta porque la realidad ha superado a los deseos y las concentraciones se han vuelto a producir, con los altercados que conllevan.

En los botellones nuestros políticos y policías están dando la impresión de que no se puede hacer nada. Ese es el mensaje que se está enviando a la, cada vez más enfadada, ciudadanía. No hay nada que hacer porque es peor intervenir, dicen. Como si fuera un incendio en un parque nacional de los EEUU. Ya se apagará solo. O lloverá.

 

El primer asunto son los botellones. Creo que es el momento de ponerse serios. Bueno en realidad no, ese momento fue allá por mayo pero ...

 

Sabemos que en esas concentraciones hay grupos peligrosos y violentos. Que roban, dan palizas y violan. Lo sabemos porque lo han admitido nuestras autoridades. Pero de momento, campan a sus anchas. No hay mensaje más alentador para el totalitarismo que la rendición de la Democracia. Cada espacio que los demócratas dejamos de pelear, es ocupado por aquellos que no creen en ella.

Cuando nuestros gobernantes electos admiten su impotencia ante un problema de seguridad y convivencia tan grave, parte de la ciudadanía mueve la cabeza buscando al consabido grupo de aventados con soluciones de carácter autoritario y restrictivo. ¿Lo peor? Los que sufren las consecuencias del botellón aplaudirán la llegada de esos libertadores y, es cómico pero es verdad, los del botellón también. Y lo dejamos aquí, por ahora.

Otro asunto Jonan. El regreso del sector público al trabajo PRE-SEN-CIAL. El funcionario a su ventanilla, la doctora a su consulta, los maestros a la aulas y los policías a la calle ¿Recuerdan? Fueron los primeros que se piraron de sus puestos. Tener, sí o sí, las 14 pagas, los moscosos y los trienios, por no hablar del propio puesto, da mucha seguridad. Pues bien. Es el momento de que vuelvan.

Necesitamos hacer consultas y trámites. Y tenemos el derecho a hacerlos cara a cara. Un derecho que nos ha negado durante dos años la pandemia y nuestra ignorancia digital, lo reconocemos. Auzolana. Pero también nos lo ha negado la deficiente atención telefónica y las precarias, obsoletas, falibles y antiguas plataformas digitales de las instituciones.

 

El regreso del sector público al trabajo PRE-SEN-CIAL. El funcionario a su ventanilla, la doctora a su consulta, los maestros a la aulas y los policías a la calle ¿Recuerdan?

 

La brecha de confianza entre el sector público vasco (el 25% de la población activa, aproximadamente), y el resto de la ciudadanía, en situación cada vez más precaria, se ensancha día a día. La pandemia, el encierro, la desescalada y la tercera ola nos han permitido ver las grietas del sistema: esos pelotones ciclistas en nuestras carreteras en días de labor, ese teléfono de consulta que siempre comunica o que nunca coge, esa maestra negacionista amparada por el sindicato y la dirección del centro que se ha pasado toda la pandemia de baja por ansiedad para no llevar mascarilla…. Y esas personas mayores abandonadas a su muerte (no es una errata) en las residencias que pagamos con nuestros impuestos a través de las diputaciones vascas.

Ese es el último asunto urgente, Jonan. Las residencias. No podemos, no debemos olvidar. El sistema ha fallado. El sistema diseñado por y para el provecho de unos poco. Infinita tristeza.

 

Que paguen con juicio y cárcel los responsables del caos de las residencias. Que conozcamos la verdad. Para no olvidar y para no repetir

 

Sobre este tema, si quieres que las vascas recobren la confianza en sus instituciones te propongo dos cosas: aumentar el dinero dedicado a geriatría. A investigación, a atención y a formación. No podemos seguir dependiendo de un modelo de atención que atiborra a nuestros mayores a pastillas y que, cuando no pueden valerse por si mismos o les falla la red familiar, terminan en el gulag de las residencias a cargo de un personal poco formado y motivado. Hazlo, aunque sea por egoísmo. No olvides que tu y yo somos los próximos.

Y por último que paguen. Que paguen con juicio y cárcel los responsables del caos de las residencias. Que conozcamos la verdad. Para no olvidar y para no repetir.