Horas después de publicar que “Estas son las cosas y acontecimientos que ocurren cuando se arrebata una victoria sagrada y abrumadora a grandes patriotas”, Donald Trump tuiteó: “Los manifestantes que se infiltraron en el Capitolio han profanado la sede de la democracia americana... A los que rompieron la ley: lo pagaréis”

Ashli Babbitt, de 35 años, una de sus fervientes partidarias, californiana y exmilitar ya pagó, con su vida, creerse las mentiras que el todavía presidente ha estado lanzando constantemente a lo largo de todo su mandato y especialmente después de su derrota electoral.

En las guerras napoleónicas la artillería se convirtió en protagonista principal de las batallas. Nació entonces el concepto de carne de cañón. Se trataba de poner por delante no a los mejores soldados sino a los más entusiastas, que no importaba demasiado que muriesen. Su función era precisamente esa, morir; que la artillería del enemigo agotase sus municiones disparando contra ellos para que la caballería y otros cuerpos realmente apreciados pudieran atacar después con mayor éxito, galopando sobre los cadáveres reventados de los más enardecidos.

La táctica no ha cambiado casi nada. Tu vida, por heroica que yo te diga que es, no vale nada al lado de mi interés. La gasolina con la que Trump alimentó la rebelión era para incendiar la política y nada le importaba quemar la vida de esta mujer y la de otros entusiastas que terminarán sin duda en la cárcel antes o después, pero de ninguna manera admitirá Trump que pueda llegar a mancharle con una gota a él o a sus negocios. De ahí sus declaraciones sobrevenidas de condena, que suenan a estrategia jurídica de huida, al comprobar que la democracia americana tiene munición de sobra para acabar con él.

La gasolina con la que Trump alimentó la rebelión era para incendiar la política y nada le importaba quemar la vida de esta mujer y la de otros entusiastas que terminarán sin duda en la cárcel antes o después.

Quienes quieren saltarse las reglas de la democracia parlamentaria para alcanzar el poder por el atajo de la tiranía empiezan siempre por negar que haya más opción legítima que la suya. Lo hacen mediante mentiras, exageraciones y trampas. Una vez logrado tal engaño es fácil para los manipuladores políticos lanzar a sus incondicionales contra los adversarios y contra la propia democracia, como soldados contra las baterías de cañones.

Después de la muerte de esa mujer y de otras cuatro personas en los disturbios, lo más repugnante de todo es que probablemente Trump no está tan demenciado como para ignorar que perdió las elecciones, pero es seguro que el Partido Republicano sabe perfectamente que así fue y sabe más. Sabe que desde el principio de su mandato el plan de su presidente era mantener el poder a cualquier precio, incluido al de destruir la democracia. Trump hizo siempre todo lo que dijo que haría, cometió todos los abusos anunciados y despreció permanentemente la democracia americana y la misma verdad. Dejó claro que no aceptaría la derrota. No cabe alegar sorpresa, por tanto, respecto al asalto al Capitolio.

El atajo de la mentira, de la polarización y la trampa puede llevarte al poder. Trump y los Brexiters lo demuestran, pero el precio es muy alto y, desde luego, el debilitamiento de la democracia, notorio.

Después de 4 años de demostraciones constantes de cómo se las gastaba su presidente los líderes republicanos han reaccionado en el último minuto, cuando la destrucción de la propia democracia era inminente, cuando solo quedaba un paso para ello. Solo entonces parecieron darse cuenta de dónde había llevado al país una estrategia populista cuyas mentiras han conocido, aceptado y aplaudido hasta el borde mismo del abismo.

Pence y otros de sus fieles apoyos le han abandonado tan en el límite que cabe pensar no en un acto de contrición democrática sino en el miedo a que dañase el partido de forma irreversible, ese mismo partido bicentenario que durante todo este tiempo les ha importado más que la propia democracia de la que se dicen fundadores.

El atajo de la mentira, de la polarización y la trampa puede llevarte al poder. Trump y los Brexiters lo demuestran, pero el precio es muy alto y, desde luego, el debilitamiento de la democracia, notorio. En todo caso toda esta basura ya no le importará nada a esa mujer que después de defender a su país como soldado, al fin murió por nada. Peor, traicionada por la megalomanía de un presidente y por la complicidad culpable de los líderes republicanos mejor informados que ella.