De “éxito rotundo”, de “gran noticia”… se ha calificado la sentencia del Tribunal de Justicia del País Vasco (TSJPV) que obliga a la empresa TUBACEX a readmitir a los 129 despedidos, al entender que los problemas de la planta se deben a una situación coyuntural derivados de la pandemia, y no a una situación estructural sobrevenida por la crisis que en general atraviesa el sector de tubos, lastrada desde hace años, entre otras cosas, por la caída de la demanda del petróleo.

Éxito rotundo y gran noticia. Tal vez los sean, sobre todo para los trabajadores y sus familias y siempre y cuando no tengamos en cuenta nada más, como por ejemplo el hecho de que la sentencia, que será recurrida por la empresa ante el Tribunal Supremo, ni de lejos, arregla el problema estructural de una de las empresas más emblemáticas de Euskadi, un puntal para la industria alavesa, y un auténtico motor económico desde hace décadas en el Valle de Ayala.

La decisión del TSJPV, que merece como cualquier otra decisión judicial el máximo respeto, responde a un conflicto concreto, pero no arregla, no tiene que hacerlo, la crisis de una empresa que debe replantearse, hacia donde encamina su futuro y realizar una restructuración en profundidad en la que necesitan ir de la mano, empresa, trabajadores, administraciones… para que el futuro de la compañía sea factible.

 

Hay que ir abandonando los discursos fáciles y demagógicos en los que el empresario por el hecho de serlo es el malo y el trabajador el bueno

 

La carrera judicial todavía no ha terminado ya que como se ha apuntado el conflicto se trasladará al Supremo, que deberá dirimir si ratifica la decisión del TSJPV u opta por otra decisión.

Los conflictos empresariales, y este en concreto se ha enconado muchísimo, penalizan a todas las empresas y generan escenarios imprevisibles en los que uno sabe cómo y cuándo se entra, pero no cómo y cuándo se sale, por ello no conviene hablar de victoria o de éxito rotundo cuando podemos estar ante algo muy efímero y que sigue dependiendo de los tribunales, y lo que todavía es más grave, poniendo en tela de juicio el futuro de la empresa.

De momento no se ha descubierto otra fórmula para la resolución correcta de cualquier conflicto que no sea el diálogo, para conseguir acuerdos en los que las partes enfrentadas tienen que ceder en sus planteamientos por el bien de todos. No hay resolución judicial que dirima los enquistamientos y problemas que terminan siendo personales y afectan a las relaciones profesionales, y por ende a las empresas.

 

Las empresas necesitan certezas para poder trabajar y eso incluye también certezas en materia jurídica, las decisiones judiciales no pueden estar al albur de la persona que las toma, deben basarse en criterios sólidos y firmes

 

El conflicto existe y la decisión judicial se da, porque hay empresa, y eso es lo que hay que proteger y por lo que se debe apostar. Proteger a las empresas, es la única manera de proteger el empleo. Sin empresas no hay empleo. Y una forma de cuidar de quienes generan empleo y riqueza es ofrecer certidumbres. Las empresas necesitan certezas para poder trabajar y eso incluye también certezas en materia jurídica, las decisiones judiciales no pueden estar al albur de la persona que las toma, deben basarse en criterios sólidos y firmes.

Cuidar de las empresas en situaciones complicadas como las que vivimos debería ser una prioridad social de primer orden ya que sin empresas no tenemos ni empleo, ni bienestar, ni riqueza. Hay que ir abandonando los discursos fáciles y demagógicos en los que el empresario por el hecho de serlo es el malo y el trabajador el bueno. En esto como en botica hay de todo en cualquiera de los lados, así que mejor nos irá si dejamos de demonizar por sistema a quienes crean empleo y empezamos a entender que la empresa es un todo unitario donde se necesita el apoyo de todos para sacar los proyectos adelante.

 

El conflicto existe y la decisión judicial se da, porque hay empresa, y eso es lo que hay que proteger y por lo que se debe apostar. Proteger a las empresas, es la única manera de proteger el empleo

 

Por mucho que algunos se empeñen, en las empresas no debe haber dos bandos, tiene que haber uno y moverse en sintonía, y a partir de ahí por supuesto, hay que exigir comportamientos éticos y correctos a todo el mundo. Que cada agente haga su trabajo, las empresas y sus directivos procurado la viabilidad de la compañía y los trabajadores facilitándola con su labor.

Sin el buen acompañamiento por parte de todos, no hay proyecto que aguante. Por eso, es mejor no quedarse en presuntas victorias de parte, que pueden ser pan para hoy y hambre para mañana.