Estaba desde hace ya tiempo perdiendo foco el burukide guipuzcoano a medida que el hecho diferencial vasco iba bajando enteros y ha encontrado el interruptor con una frase de las que muestran en todo su esplendor la marca de fábrica de la casa. Puede ser que dijera que hablar euskera es lo que te hace vascoparlante, una chorrada como decir mi mamá me mima, que solo sirve para ver si eres capaz de hilar las letras. Puede que dijera que el euskera es lo que para los nacionalistas (pues hablaba de ellos) constituye el meollo de la identidad vasca, que tiene mucho más sentido en su boca. Tanto él como su partido dijeron que había dicho lo primero, pero que quería decir lo segundo: que dijo que mi mamá es la mejor del mundo y vosotros no tenéis ni mamá (vosotros: los que no habláis euskera), pero que quería decir mi mamá me mima.

Queden en paz el veterano parlamentario vasco y su partido porque la historia está de su lado en ambos casos. En el más simple ni hace falta invocarla porque es así desde que esta lengua de inmemorial origen empezó a ser pronunciada: te hace vascoparlante hablar la lengua vasca. Otra cosa es que además domines el maya tzotzil o esa otra lengua a la que decimos castellano por no juntar la explosiva mezcla de letras que empieza con la e y la s y que contiene la ñ… y aquí paro porque no vaya a ser que me reviente en la cara. Eso ya es cosa tuya, pero si hablas euskera eres euskaldun. Bien.

 

Puede ser que dijera que hablar euskera es lo que te hace vascoparlante, una chorrada como decir mi mamá me mima, que solo sirve para ver si eres capaz de hilar las letras

 

La otra posible frase soltada por Egibar como quien bosteza en clase y empieza a hacer muecas para que parezca que se está destaponando los oídos, es mucho más interesante y, aunque parezca imposible, más cierta en lenguaje nacionalista: lo que nos hace vascos es hablar euskera. Como todo texto este requiere también contexto para no parecer y ser tomado por lo que no es, como han hecho los malintencionados de siempre. Vasco, en el contexto donde esto se dice (el partido guía) quiere básicamente decir distinto, diferente, otro… no español (¿no explota nada?, qué raro).

 

Puede que Egibar dijera que el euskera es lo que para los nacionalistas (pues hablaba de ellos) constituye el meollo de la identidad vasca, que tiene mucho más sentido en su boca

 

Imaginemos ahora un País Vasco (no una Euskadi sino un País Vasco como quien dice unos Monegros) donde no se hablara más que esa lengua que por no nombrar llamamos castellano además, claro está del maya tzotzil. Concedamos que se tuviera conciencia de la existencia pasada del euskera pero que fuera ya solo asunto académico y que la gente que habitara esa comarca solo lo viera en tal o cual placa colocada por ahí a modo de atracción turística. ¿Cuál sería entonces el fundamento del hecho diferencial?

Podría sostenerse quizá que los fueros, los derechos históricos o los territorios forales, que para algo están en la constitución (contra todo pronóstico y razón añadiría, pero es cosa mía, perdón). El problema, y el nacionalismo sabe esto bien desde primaria, es que todo ello no haría sino confirmar la españolidad de esos Monegros vascos. Que un pasado foral, unos derechos históricos, una nacionalidad, no digamos ya una nacionalidad histórica, que es lo no va más, vienen muy bien para forjarse una identidad que te permita decir “esto es mío”, es algo que se prueba viendo momás cuántos territorios españoles se han subido a ese carro en nuestra peculiar carrera hacia la infeudación de las comunidades autónomas: ocho, si sumamos Navarra, nueve y si añadimos las que han devenido Comunidad Histórica, 12. La excepción es Madrid o, sobre todo, Castilla-La Mancha que ha preferido quedarse en “región”, algo que ya no se lleva nada. ¿Cómo vas a brillar ahí en medio de tanto advenedizo que dice ser tan histórico como tú? ¿Llamas a Túbal? Pues no le des más trabajo a Ayuso, que ni la historia le hace falta para declararse contrafuerte de las Españas y socialismo free country. 

 

Para el nacionalismo el euskera es un instrumento político porque es la diferencia entre ser y no ser y recordemos que Egibar fue el inventor de aquella otra genialidad de “ser para decidir”

 

De manera que no, no somos sino que nos hemos hecho y nos hacemos diferentes. En eso, hay que decir las cosas como son, el nacionalismo vasco ha sido siempre de sobresaliente. Es cierto que durante unos decenios usaban chuleta y todos lo sabíamos, pero hacíamos como que no (pero era que sí). Progresó muchísimo así, quiero decir, con ese apoyo, digamos, indecente pero muy efectivo. Cuando el revoltijo que ocasionaba el terrorismo cesó de girar y los posos de nuestra identidad se fueron al fondo del vaso, lo que nos ha ido quedando se parece mucho a lo que uno ve en cualquier otra parte.

A no ser por el euskera, dirá, y con razón, Egibar porque a ver quién habla esa lengua en Loja o en Clermont-Ferrand. El euskera, esa es la clave para la política nacionalista. Debería ser un idioma, un medio de comunicación utilizado y apreciado por una sociedad que, sin embargo, se defina por mil cosas más, siendo esta una entre tantas. Pero no, para el nacionalismo es un instrumento político porque es la diferencia entre ser y no ser y recordemos que Egibar fue el inventor de aquella otra genialidad de “ser para decidir”.