Sociedad

"La sociedad vasca aún tiene miedo de mirarse en el espejo y ver lo que hizo mal con el terrorismo"

José Antonio Pérez Pérez es el coordinador de 'Historia y Memoria del Terrorismo en el País Vasco, 1968-1981', el primer volumen del estudio más profundo y riguroso que se ha hecho sobre la historia del terrorismo en Euskadi

24 marzo, 2021 05:00

'Historia y Memoria del Terrorismo en el País Vasco, 1968-1981' es el primer volumen de una trilogía de libros que conforman el estudio más profundo y riguroso hecho hasta la fecha sobre esta materia. Son más de dos mil páginas distribuidas en tres volúmenes y decenas de fotografías de uno de los periodos más oscuros de la reciente historia de Euskadi, y de España. Gracias a la coordinación de los investigadores del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, del Instituto de Historia Social Valentín de Foronda y de la Universidad del País Vasco se ha podido afrontar la complejidad de este proyecto cuyo coordinador es José Antonio Pérez Pérez.

Todo lo que incluyen estos libros es fruto de una investigación de más de cuatro años, ¿cómo surge este proyecto?

Es un proyecto que nace después de la presentación que hicimos del 'Informe Foronda', que era sobre las víctimas y el terrorismo de todas las organizaciones que habían actuado en el Pais Vasco. A raíz de aquello, el Ministerio del Interior se pone en contacto con nosotros y nos dice que es muy bueno, que están muy satisfechos e impresionados por ese trabajo, porque es una primera cata, una cata sobre lo que han sido más de 40 años de terrorismo. Pero quedan algunas pistas que, aunque probablemente la gente las conocía, yo creo que a veces no se pone negro sobre blanco y son importantes. Datos como que, por ejemplo, el 95% de los asesinatos cometidos por ETA, fueron después de la muerte de Franco. Es decir, se rompe esa idea que había en torno a ETA como organización antifranquista.

¿Y cuál era el objetivo?

El objetivo del proyecto es hacer todo ese estudio que ahora sí se materializa en la presentación de la trilogía. Aportar en un volumen de documentación como no ha habido hasta este momento. Hemos recopilado en torno a 26.000 PDSs con materiales de la prensa que se iban publicando con cada víctima o suceso. Y probablemente estemos hablando de más de 100.000 imágenes que componen esos documentos. 

Por otro lado, hay algo muy importante también y es la aportación de las actas municipales de los ayuntamientos vascos. Lo que hemos hecho ha sido rastrear prácticamente todos los ayuntamientos para ver si hubo reacción después de los asesinatos. Las mociones dan lugar a discusiones entre partidos políticos, donde cada uno va exponiendo cuál es la postura de su grupo y a veces incluso con posturas que disienten de la dirección del partido en ámbitos locales.

Es muy interesante ver como, por ejemplo, en el caso de las víctimas de los grupos de extrema derecha o policial etc., casi todos dieron lugar a mociones presentadas por la Izquierda Abertzale pero a la que se suman muchos grupos. Casi todos esos asesinatos fueron condenados pero, en cambio, no ocurre lo mismo ni por asomo con las víctimas de ETA. Solo hay una pequeña parte, y sobre todo a partir de los años 90, y con Herri Batasuna vetándolas empleando el argumentario de la propia organización terrorista. 

¿Y desde qué perspectiva está escrito?

No es un libro escrito desde la perspectiva de las víctimas, sino desde la de los historiadores. Es decir, nosotros como historiadores reivindicamos la disciplina desde la historia para analizar el pasado y la diferenciamos con la memoria que no es una disciplina, sino que es una voluntad de recordar.

Nosotros entendemos que para interpretar el pasado lo que tiene que haber es una buena historia. En este sentido, lo que tratamos de hacer no es una historia desde la perspectiva de las víctimas, pero sí que ponga a las víctimas en el centro del relato, que tengan un protagonismo. 

¿Cree que la sociedad vasca está lista para hacer frente a todo este relato?

Yo creo que no. Creo que, por ejemplo, ha habido una enorme convulsión después de la publicación primero del libro y después de la serie de 'Patria' que ha provocado una reacción, una reacción que ha revelado que en otro sector hay mucha incomodidad para mirarse al espejo, el espejo del pasado. Porque ese espejo revela y pone de manifiesto lo que hicimos y lo que no hicimos. Lo que hizo una parte de la sociedad vasca, pero también lo que no hizo la mayor parte de la sociedad vasca, que es estar a favor de las víctimas y en contra del terrorismo durante aquellos años.

Por eso nuestro temor es que acabe, de alguna manera, difundiéndose o imponiéndose un tipo de relato mucho más autocomplaciente que reparta responsabilidades entre unos y otros. Es decir, el discurso ese de "todos hemos sufrido mucho y todos mataron mucho". Y no, los datos son contundentes. Nosotros creemos que la historia no tiene que pensar en que la sociedad pueda sentirse más o menos incómoda, sino que hay que elaborar un relato honesto que dé una serie de claves para interpretar el pasado. 

Pero sí pensamos que ese relato autocomplaciente puede tener éxito, porque, el que proviene de la izquierda abertzale, que es un relato de justificación de lo que han hecho y que todavía no se han desmarcado de ello, tiene un recorrido limitado. Pero sí puede existir una parte de la sociedad vasca que pueda sentirse más cómoda con ese relato que reparte culpas y que habla de la existencia de dos bandos. 

¿Y existieron esos dos bandos?

No, aquí nunca hubo dos bandos. Otra cosa es que todo el mundo que fue asesinado no siempre pertenecía a las fuerzas del orden público o a políticos. Aquí mataron más organizaciones, pero nunca hubo dos bandos. Eso yo creo que sí que es importante y que probablemente sea uno de los aspectos que más están en el centro de la propia investigación. Dejar claro qué es lo que ocurrió y eso puede crear ciertas incomodidades en algunos sectores. 

¿Cómo de importante es hacer pedagogía con este asunto?, ¿hay riesgo de que esta memoria, este relato, se pierda en las generaciones actuales?

Sí, yo creo que sí. Hay un riesgo primero de desconocimiento y luego de tergiversación de la realidad. Y yo creo que ahí también tiene que ver con la escasa implicación de la educación en el País Vasco. El alcance limitado en la educación yo creo que revela los problemas que sigue habiendo en este país. 

Eso puede llevar desde luego a un peligro, quizás no de que se reproduzca un fenómeno como el de ETA, pero sí que todavía a día de hoy pues no se haya producido una deslegitimación absoluta del terrorismo como instrumento político. Todavía Bildu no ha rechazado directamente ni ha condenado ese terrorismo. Por lo tanto, puede quedar esa idea de que el terrorismo, esa llamada lucha armada, fue una respuesta a una situación injusta y que sí provocó mucho dolor, pero que en realidad fue a lo que se vieron abocados por la situación. Mientras eso no se corrija y la segunda fuerza política del País Vasco no den pasos en ese sentido, yo creo que hay un problema grave. 

¿Y por qué crees que ocurre esto en la educación?, ¿hay aún miedo a sacar estos temas tan a flote?

Si, yo creo que hay todavía subyace esa enorme incomodidad para enfrentarnos a nuestro pasado más reciente. No es algo que sea unicamente propio del País Vasco ni del terrorismo de ETA. En la propia Francia posterior a la Segunda Guerra Mundial existió lo que llamamos aquí el 'Síndrome de Vichy'. Es un fenómeno que tiene que ver con sociedades donde se han producido persecuciones, genocidios, fenómenos de terrorismo…  fenómenos todos que han contado con el apoyo de un importante sector de la sociedad y que han tenido como objeto a otro sector de la sociedad. 

Este un tema peliagudo y complicado porque pone ante el espejo a una parte de la gente a la que se interroga de alguna manera sobre lo que hizo y sobre lo que no hizo durante aquella época. 

¿Considera que los partidos políticos tratan de hacerse con ciertas partes de la historia e incorporarla en su discurso?

Si si, totalmente. Poco antes de que ETA declarase en octubre de 2011 el fin de lo que llamaban ellos su actividad armada, ya desde las páginas de 'Gara' hubo un editorial que dijo claramente: “Quien convenza, vencerá”.  Y eso fue una llamada a la atención de la importancia que para el sector que había justificado y apoyado el terrorismo podía tener el tratar de extender un determinado relato sobre lo ocurrido, porque eran conscientes de que habiendo perdido la batalla del terrorismo, porque ETA fue derrotada, había que ganar otra batalla, lo que ellos llamaron la batalla del relato

Eso yo creo que todavía sigue presente y por eso ponen el acento en la memoria y no en la historia. Entienden que la historia es algo de eruditos y prácticamente de profesionales al servicio del Estado “opresor” y que lo suyo es la defensa de la memoria que es algo mucho más subjetivo, interpretable y por lo tanto manipulable. Ese es el peligro que yo creo que hay.